martes, 2 de septiembre de 2008

JESUCRISTO ES EL SEÑOR DEL UNIVERSO

Para que el dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria os dé espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuales las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Efesios 1:17-23).
El cuerpo de Cristo yacía en el sepulcro. De pronto, el poder de Dios operó en él, resucitándole de los muertos. Pero esta “supereminente grandeza de su poder” no sólo operó en Cristo resucitándole, sino ascendiéndole hasta los cielos, sentándole en los lugares celestiales sobre todo principado, sobre toda potestad, sobre todo señorío, sobre toda autoridad, sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero, sometiendo todas las cosas bajo sus pies. El poder de Dios levantó a Cristo, y le colocó como cabeza de la iglesia, que es su cuerpo, y más aún, como Aquel que es supremo sobre el universo. Precisamente a esto queremos hacer referencia ahora, a Cristo como el Señor del UNIVERSO.
Juan, en su visión apocalíptica, se encontró con los cielos abiertos. El Espíritu le introdujo como por una puerta al mismo cielo. Y allí vio y oyó cosas que le fue ordenado escribir. Este es su relato:
Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! (Apoc. 19:6).
¡Qué tremendo! ¡Qué maravillosa visión! Una gran multitud, millones y millones. ¡Y un estruendo como de muchas aguas, como la voz de grandes truenos! ¿Y qué decían? ¡Aleluya! Todo se llenó de alabanzas. ¡Aleluya! Y en la tierra, entre todas las naciones, también se hizo oír la misma palabra: ALELUYA.
Pero, ¿por qué Aleluya? Nuestros aleluyas muchas veces tienen motivos circunstanciales: “¡Aleluya!, porque me aumentaron el sueldo.” “¡Aleluya!, porque me van bien los estudios.” Sin embargo, estas expresiones tendrían que estar inspiradas en un motivo mayor, mucho más firme y estable. En los cielos lo hacen porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Mientras que El esté sentado en el trono hay motivo harto suficiente para decir: ¡Aleluya!
Finalmente, Juan vio la culminación de la esperanza de cada redimido (vers. 16 del mismo capítulo): el Hijo del hombre, Jesucristo, volviendo por segunda vez a la tierra. Lo vio sobre un caballo blanco, viniendo con gran poder y gloria, al sonido de la trompeta y rodeado de los arcángeles del cielo. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Cristo, sentado hoy en el trono a la diestra de su Padre, ya lleva este nombre inscripto en su costado. A un lado, Rey de reyes; al otro, Señor de señores. En otras partes de la Escritura se lo llama Salvador, Maestro, Hijo del hombre, Hijo de Dios, León de la tribu de Judá, Cordero de Dios; pero ninguno de ellos está escrito en sus vestiduras sino el de Rey y Señor. Este nombre está por sobre todos los otros porque revela como ninguno su majestad y señorío.
Cristo, pues, es Señor de todo lo que existe en este siglo y por la eternidad. Veamos, por lo tanto, su actuación en cada una de las áreas o esferas en que se mueve el universo.
Cristo es el Señor del universo. Pero no lo es meramente por su deidad preexistente. Cuando vino a la tierra y se encarnó, demostró ante los hombres el pleno dominio y autoridad que tenía sobre todas las esferas en su calidad de hombre perfecto. Luego, se despojó de su poder para morir en la cruz, pero volvió a reconquistarlo con gloria a través de su resurrección. Consideremos aquellas secuencias de su encarnación, muerte y exaltación con respecto a las distintas áreas en que funciona el universo.
Para una más clara comprensión de lo quiero presentar, señalaré seis distintas esferas dentro del universo, a las cuales denominaremos reinos. Y notaremos la actuación de Cristo dentro de cada uno de estos reinos.
I) El reino de la naturaleza. Comprende el mundo material creado por Dios: la tierra, los astros y las galaxias, los animales, las plantas y los minerales, etc. Todo lo relativo al mundo natural. En él Dios ha establecido sus leyes y los principios que las gobiernan.
II) El reino de los vivientes. Incluye a todo ser humano que vive sobre esta tierra: hombres y mujeres de todas las razas. Esta es otra área y sobre ella también ha establecido Dios leyes y sus principios.
III) El reino, o esfera, de los gobiernos o autoridades humanas. La Biblia enseña que Dios es quien pone reyes y quita reyes. La revelación dada a Daniel en tiempo de Nabucodonosor nos señala justamente esta verdad: Dios está por encima de todo reino, rey o gobernante. El los pone y El los quita. El endurece el corazón de Faraón y El establece a Nabucodonosor por rey o lo quita de su lugar.
IV) El reino de los muertos. Cuando el ser humano muere, su alma, su espíritu, su ser interior, se separa del cuerpo, que vuelve a la tierra y va a una cierta región, a la morada de los muertos. En la Biblia se la llama Seol o el Hades (en idioma hebreo y griego, respectivamente), indicando el lugar donde van todos aquellos que mueren. Ya veremos esto en detalle, pero quiero señalarles que hasta el día de la resurrección de Jesucristo, todo el que moría iba a aquella morada de los muertos.
V) El reino, o esfera, de los demonios. Los demonios son espíritus incorpóreos, y conforman un reino muy vasto. Hay uno de ellos que los comanda como general supremo. Su nombre es Satanás, y tiene bajo su autoridad a todos los demás organizados como un verdadero ejército. Satanás tiene sus generales sobre cada país del mundo, y sus coroneles sobre cada ciudad. Tiene sus mayores, capitanes, tenientes, etc., hasta llegar al demonio “raso”. La Biblia los denomina principados, potestades, autoridades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de los aires. Hay rangos dentro de este reino de los demonios.
VI) El reino de los ángeles. También los ángeles son seres espirituales sin cuerpo. Y hay distintas clases de ángeles: querubines, arcángeles, serafines; ángeles que alaban de día y de noche, ángeles que cuidan a los niños, ángeles que están continuamente a disposición de Dios como servidores y ministradores.
He aquí, en rasgos generales, las distintas áreas, reinos y esferas que operan en el universo. Podemos ubicar cada cosa conocida dentro de alguna de estas seis esferas. Desde luego, se podría hacer una división distinta; esto no es algo absoluto, pero nos sirve para poder entendernos.

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