viernes, 31 de marzo de 2017

COMO EL CIERVO BRAMA POR LAS CORRIENTES DE LAS AGUAS. ASÍ CLAMA POR TI, OH DIOS, EL ALMA MÍA. MI ALMA TIENE SED DE DIOS, DEL DIOS VIVO

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed… (v. 1). Isaías 55:1-7 Hace un tiempo, en una misma semana, recibí varias invitaciones por e-mail. Deseché de inmediato los correos donde me invitaban a asistir a seminarios «gratis» sobre retiro laboral, propiedades y seguros de vida. Pero la invitación a una reunión en honor a un amigo de años hizo que contestara al instante: « ¡Sí! ¡Acepto!». Invitación + Deseo = Aceptación Isaías 55:1 es una de las grandes invitaciones de la Biblia. El Señor le dijo a su pueblo en dificultades: «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche». Esta es la oferta más maravillosa de Dios de alimento para el alma, profunda satisfacción espiritual y vida eterna (v. 2-3). La invitación de Jesús se repite en el último capítulo de la Biblia: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente» (Apocalipsis 22:17). A menudo, pensamos que la vida eterna empieza cuando uno muere. Pero, en realidad, comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor. ¡La invitación de Dios a encontrar vida eterna en Él es la más importante de todas! Invitación + Deseo = Aceptación. Jesús, reconozco mis pecados y te acepto como mi Salvador. Cuando aceptamos la invitación de Jesús a seguirlo, toda nuestra vida cambia de dirección.

lunes, 27 de marzo de 2017

DIOS NOS HIZO Y NO NOSOTROS A NOSOTROS MISMOS PUEBLO SUYO SOMOS Y OVEJAS DE SU PRADO

Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé… (v. 4). Isaías 43:1-9 Para celebrar los 80 años de Winston Churchill, el parlamento británico le encomendó al artista Graham Sutherland que pintara un retrato del célebre estadista. A Churchill no le gustó el resultado, ya que, en vez de mostrarlo como a él le gustaba, aparecía desplomado en una silla y con su característico ceño fruncido; fiel a la realidad, pero nada atractivo. Después de su muestra oficial, Churchill lo escondió en su sótano. Como él, la mayoría tenemos una imagen de nosotros mismos que queremos que los demás también la tengan; ya sea de éxito, altruismo, belleza o fuerza. Hacemos todo lo posible para esconder nuestros lados «feos». Quizá, en lo profundo, temamos que no nos amen si nos conocen realmente. La deportación de los israelitas a Babilonia reveló lo peor del pueblo de Dios. Por su pecado, el Señor permitió que los enemigos los conquistaran. Pero les dijo que no temieran; que los conocía por nombre y que estaba con ellos en todas las humillantes pruebas (Isaías 43:1-2). Estaban seguros en sus manos (v. 13) y eran «de gran estima» para Él (v. 4). A pesar de su fealdad, Dios los amaba. No nos importa tanto que los demás nos aprueben cuando asimilamos esta verdad. Dios sabe cómo somos y, aun así, sigue amándonos sin medida (Efesios 3:18).27 Señor, gracias por amarme como soy. El profundo amor de Dios significa que podemos ser auténticos con los demás.

miércoles, 22 de marzo de 2017

MOISÉS PONÍA LA MIRA EN LAS COSAS DE ARRIBA Y NO EN LAS DE ABAJO

[Moisés tuvo] por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón (v. 26). Hebreos 11:23-28 En un antiguo campo de concentración japonés en China, hay una lápida dedicada a un hombre que murió allí en 1945, que dice: «Eric Liddell nació en Tianjin en 1902, hijo de escoceses. Su carrera alcanzó la cima al ganar la medalla de oro en la competición de 400 metros en los Juegos Olímpicos de 1924. Posteriormente, regresó a China a trabajar como maestro en Tianjin […]. Pasó toda su vida alentando a los jóvenes a hacer todo lo posible para el mejoramiento de la humanidad». Para muchos, el mayor logro de Eric fue en la esfera deportiva, pero también se lo recuerda por su contribución a la juventud de Tianjin, en China, país en donde nació y al que amaba. Vivió y sirvió por fe. ¿Por qué cosas se acordarán de nosotros? Nuestros logros académicos, posición laboral o éxito financiero quizá nos concedan el reconocimiento de los demás, pero lo que perdurará después de que hayamos partido es el trabajo silencioso que hayamos hecho en la vida de otras personas. Hebreos 11, el capítulo de la fe en la Biblia, recuerda a Moisés como alguien que prefirió ponerse del lado de los israelitas en vez de disfrutar de los tesoros de Egipto (v. 26). Guió y sirvió por fe al pueblo de Dios. Señor, muéstrame hoy cómo puedo marcar una diferencia en la vida de los demás. El éxito verdadero es la fidelidad a Dios.

miércoles, 15 de marzo de 2017

ENSÉÑASELOS A TUS HIJOS Y HÁBLALES SOBRE ELLOS CUANDO ESTÉS EN TU CASA, CUANDO CAMINES, CUANDO TE ACUESTES Y CUANDO TE LEVANTES.

Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice… (v. 5). 2 Timoteo 1:1-5 Los abuelos Harris no tenían mucho dinero, pero se las arreglaban para hacer que cada Navidad fuera memorable para mis primos y para mí. Siempre había mucha comida, diversión y amor. Además, desde niños, aprendimos que quien hizo posible esta celebración fue Jesús. Nosotros queremos dejarles el mismo legado a nuestros hijos. El año pasado, cuando nos reunimos para celebrar Navidad en familia, nos dimos cuenta de que esta maravillosa tradición había empezado con nuestros abuelos. No pudieron dejarnos una herencia monetaria, pero se ocuparon de plantar las semillas de amor, respeto y fe, para que nosotros, los hijos de sus hijos, imitáramos su ejemplo. La Biblia habla de la abuela Loida y la madre Eunice, quienes le enseñaron a Timoteo sobre la fe auténtica (2 Timoteo 1:5). La influencia de estas mujeres preparó a este hombre para que compartiera el evangelio a muchos. Al vivir en una íntima comunión con Dios, preparamos una herencia espiritual para aquellos cuyas vidas están bajo nuestra influencia. Hacemos realidad el amor de Dios al prestarles atención, mostrarles interés en lo que piensan y hacen, y compartir la vida con ellos. Cuando nuestras vidas reflejan la realidad del amor de Dios, les dejamos una herencia duradera. Señor, ayúdame a dejar una buena herencia espiritual. Si alguien te dejó una herencia piadosa, inviértela en los demás.