miércoles, 31 de mayo de 2017

¡JONAS! ¿PARA ADONDE VAS?

Jonás 1 Dios Habla Hoy 1 El Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitai, y le dijo: 2 «Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia que voy a destruirla, porque hasta mí ha llegado la noticia de su maldad.» 3 Pero Jonás, en lugar de obedecer, trató de huir del Señor, y se fue al puerto de Jope, donde encontró un barco que estaba a punto de salir para Tarsis; entonces compró pasaje y se embarcó para ir allá. 4 Pero el Señor hizo que soplara un viento muy fuerte, y se levantó en alta mar una tempestad tan violenta que parecía que el barco iba a hacerse pedazos. 5 Los marineros estaban llenos de miedo, y cada uno invocaba a su dios. Por fin, para aligerar el barco, echaron toda la carga al mar. Jonás, mientras tanto, había bajado a la bodega del barco, y allí se había quedado profundamente dormido. 6 Entonces el capitán fue a donde estaba Jonás, y le dijo: —¿Qué haces tú ahí, dormilón? ¡Levántate y clama a tu Dios! Tal vez quiera ocuparse de nosotros y nos ponga a salvo. 7 Entre tanto, los marineros se decían unos a otros: —Vamos a echar suertes, para ver quién tiene la culpa de esta desgracia. Echaron, pues, suertes, y Jonás resultó ser el culpable. 8 Entonces le dijeron: —Dinos por qué nos ha venido esta desgracia. ¿Qué negocio te ha traído aquí? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué raza eres? 9 Jonás les contestó: —Soy hebreo, y rindo culto al Señor, el Dios del cielo, creador del mar y de la tierra. 10-11 Jonás contó a los marineros que él estaba huyendo del Señor, y ellos, al oírlo y al ver que el mar se agitaba más y más, sintieron mucho miedo y le preguntaron: —¿Por qué has hecho esto? ¿Qué podemos hacer contigo para que el mar se calme? 12 —Pues échenme al mar, y el mar se calmará —contestó Jonás—. Yo sé bien que soy el culpable de que esta tremenda tempestad se les haya venido encima. 13 Los marineros se pusieron a remar con todas sus fuerzas para acercarse a tierra, pero no lo lograron, porque el mar se embravecía cada vez más. 14 Entonces clamaron al Señor y dijeron: «Señor, no nos dejes morir por culpa de este hombre. Y si es inocente, no nos hagas responsables de su muerte, porque tú, Señor, actúas según tu voluntad.» 15 Dicho esto, echaron a Jonás al mar, y el mar se calmó. 16 Al verlo, los marineros sintieron una profunda reverencia por el Señor, y le ofrecieron un sacrificio y le hicieron promesas. 17 (2.1) Entre tanto, el Señor había dispuesto un enorme pez para que se tragara a Jonás. Y Jonás pasó tres días y tres noches dentro del pez. El llamado y la comisión de Jonás El Señor dirigió su palabra a Jonás hijo de Amitai y le dijo: "Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad y clama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí." Aquí encontramos el llamado y la comisión del profeta Jonás para ir a la ciudad de Nínive, llamada en este versículo "una gran ciudad". Era la capital del imperio asirio y estaba situada en el río Tigris. Era la potencia mundial de aquella época. Más adelante, vamos a tratar este asunto del tamaño de la ciudad, porque este detalle se enfatizó dos veces más en este libro. Aquí el énfasis recayó realmente en la maldad de esa ciudad. Era una gran ciudad por cierto, pero era también enorme su maldad. Y esa maldad llegó hasta tal punto que llegó a la presencia de Dios. Y entonces Dios determinó que juzgaría a la ciudad - es decir, en el caso de que la ciudad no volviera a El. Leamos ahora el versículo 3 de este primer capítulo, en el cual vemos que el profeta Jonás se dirigió hacia el oeste "Pero Jonás se levantó para huir de la presencia del Señor a Tarsis, y descendió a Jope, donde encontró una nave que partía para Tarsis; pagó su pasaje, y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor." Jonás dejó su ciudad natal de Gath-epher en el reino del norte de Israel, y con este llamado y comisión que había recibido de Dios, uno pensaría que se iba a dirigir directamente a la ciudad de Nínive. Desde Israel, para dirigirse a Nínive, Jonás habría tenido que salir en dirección al este. Pero en vez de encaminarse en esa dirección, hizo algo muy extraño. Descendió hasta Jope y compró un billete en el primer barco que zarpó hacia Tarsis. Tarsis era una ciudad que había sido fundada por los Fenicios en la costa sur de España. Era un lugar remoto del oeste. (Ahora, los fenicios eran en aquellos tiempos una nación de navegantes, y habían fundado gran cantidad de ciudades a lo largo del mediterráneo en la costa norte de África y a lo largo de la costa sur de España. Esta gente había llegado hasta Gran Bretaña, y dicen que ellos fueron los que le dieron a esa zona su nombre. "Inglaterra", que quiere decir "la tierra del estaño". Iban allí para obtener estaño.) Tenemos ahora ante nosotros lo que consideramos un problema mayor que el de Jonás en el gran pez. En realidad, el problema de este libro de Jonás no era el pez, sino que era Jonás. Dios le pidió que se fuera a Nínive y, en cambio, el compró un billete para viajar a Tarsis. Dios le dijo que se fuera en dirección al este y él decidió no obedecer a Dios y partió rumbo al oeste. Entonces, de forma natural surge la pregunta: ¿Por qué actuó Jonás de esta manera? Hay varias explicaciones: (1) Jonás detestaba a los habitantes de Nínive y no quería que se salvaran. Había ciertas bases para ese odio. Asiria era una de las naciones más brutales del mundo antiguo. Este pueblo era temido por todos los pueblos de aquella época. Usaban métodos muy crueles para torturar a la gente y podían extraer información de sus cautivos con mucha facilidad. Una de las cosas que hacían era que ellos sacaban a un hombre al desierto, y lo enterraban en las arenas del desierto hasta el cuello, dejando sobresalir solamente la cabeza. Entonces colocaban una correa de cuero en su lengua, y lo dejaban allí para que muriera, mientras el sol ardiente lo abrasaba sin misericordia. Se decía que la persona tratada en esa forma, enloquecía antes de morir. Esa fue pues, una de las torturas que habían ideado. Como ejército, los Asirios tenían una forma de desplazarse fuera de lo normal. Una de las razones por las cuales los babilonios pudieron vencerlos fue la lentitud de la marcha del ejército asirio. Ellos avanzaban llevando a sus familiares y tenían muy poco orden en el ejército. Se movían como si fueran una multitud que cruzaba el campo. Resultaba fácil llegar a la conclusión de que semejante desorden se volvería en contra de ellos. Sin embargo, cuando se desplazaban como si fueran una plaga de langostas sobre una ciudad o pueblo, se decía que eran tan temidos, que en algunas ocasiones toda una ciudad llegaba al extremo de suicidarse antes que caer en las manos de los brutales Asirios. O sea, que podemos ver que no eran precisamente apreciados por los pueblos que los rodeaban. También sabemos que en esta época en particular ellos estaban llevando a cabo incursiones contra el reino del norte de Israel. Ahora, durante mucho tiempo, fueron Siria y el reino del norte de Israel, las naciones que lucharon entre sí. Pero ellas finalmente lograron concertar una alianza a causa de la amenaza de Asiria sobre el norte y el este. Sin embargo, al final, Asiria llevó cautivos a los pueblos de Siria e Israel. Cuando los Asirios comenzaban a penetrar en una nación a la que querían conquistar, efectuaban un ataque por sorpresa sobre una ciudad, se llevaban cautivas a las mujeres, y después asesinaban brutalmente a los hombres y a los niños. No lo sabemos con seguridad, pero es razonable deducir, que los Asirios habían descendido en alguna ocasión contra Gath-hepher, ciudad natal de Jonás, Incluso es posible que hubieran llegado hasta su hogar, y puede que el profeta hubiera visto con sus propios ojos como asesinaban brutalmente a sus propios padres. O quizás él pudo ver cómo los asirios abusaron y violaron a sus propias hermanas. Pero lo que sí sabemos, es que Jonás detestaba a los asirios y no quería que ellos se salvaran. Por tanto, él salió de viaje en la dirección opuesta. Él no les iba a llevar el mensaje de salvación de parte de Dios. (2) Hubo una segunda razón por la cual Jonás se dirigió hacia el oeste. Alguien podría decir que el mensaje de Jonás no era de salvación, sino que éste sería un mensaje de juicio. Bueno, aunque esto era cierto, es decir, que sí sería un mensaje de juicio, Pero Jonás conocía a Dios y entonces ese fue el motivo que lo impulsó a viajar en la dirección opuesta. El profeta sabía que si llegaba a la ciudad de Nínive con un mensaje de juicio y la gente de la ciudad se arrepentía y volvía a Dios, Dios no los castigaría, sino que salvaría a la ciudad. Y él no quería que aquel pueblo se salvara, Esa no era la opción que él deseaba. Así que se fue en la dirección contraria. (3) Una tercera razón por la que Jonás salió de viaje en otra dirección, fue que él era claramente, un profeta de Dios desobediente - de ello no cabe la menor duda. El estaba fuera de la voluntad, de la misma manera que el hijo pródigo de la parábola relatada en el Evangelio de Lucas, capítulo 15. El hijo pródigo huyó de su hogar; no quiso vivir bajo la autoridad de su padre y por ello viajó a un país lejano. De la misma manera, Jonás se encontraba fuera de la voluntad de Dios. Era un profeta cuya vida no estaba siendo vivida en armonía con los planes de Dios. Más adelante veremos que la totalidad del capítulo 4 trata sobre su rebelión y como Dios le colocó nuevamente bajo su autoridad. (4) Ahora aquí tenemos una cuarta y última razón por la que Jonás desobedeció a Dios. ¿Ha observado Ud. que en el Antiguo Testamento Dios nunca envió a sus mensajeros como misioneros a otros países? El método que Dios usó en el Antiguo Testamento fue realmente el método opuesto al que usa en la actualidad. Israel tenía que servir y adorar a Dios como nación que estaba situada geográficamente en la encrucijada del mundo, donde se encontraban los tres continentes de Europa, Asía y África. Las naciones de aquel tiempo si no se desplazaban para conseguir agua, tomaban la ruta que cruzaba las tierras de Israel. Dios eligió a aquel pueblo, lo colocó en esa encrucijada, e hizo que construyeran un templo para adorarle, para que pudieran dar testimonio de Dios sirviéndole. El testimonio de ellos se dirigía hacia un mundo que los estaba observando. La invitación, que encontramos expresada en un salmo, era "Venid, subamos a la casa del Señor y adorémosle". Y así, en aquella época de apogeo, el pueblo de Israel dio testimonio de Dios en la encrucijada del mundo, y el mundo vino a ellos. Por ejemplo, la reina de Saba vino a Israel desde los confines de la tierra. ¿Y por qué realizó semejante viaje? Ella había oído acerca de cómo adoraban los israelitas y cuando llegó allí, encontró que había un altar para los pecadores. Ello fue lo que la condujo a un conocimiento salvador de Dios. Si usted lee este registro histórico, descubrirá que no solo vino ella al reino de Israel, sino que también otros reyes de la tierra acudieron para escuchar la sabiduría de Salomón. Durante ese breve período, Israel ofreció al mundo un testimonio, pero los israelitas no tuvieron que expresar este testimonio saliendo de viaje como misioneros, sino que fue el resto del mundo el que vino a encontrarse con ellos. En el Antiguo Testamento se nos dio solo un ejemplo, el de la reina de Saba. En el Nuevo Testamento, en el libro de Los Hechos, tenemos el ejemplo de cada uno de los hijos del patriarca Noé: de un descendiente de Cam, de un descendiente de Jafet, y de un descendiente de Sem, quienes se convirtieron al cristianismo. Nos referimos al eunuco etíope, a Saulo de Tarso, y a Cornelio, el centurión romano. Aunque se nos dieron solo estos ejemplos, hubo literalmente miles y, más tarde, millones, que fueron guiados a un conocimiento salvador de Cristo. Sin embargo, para la iglesia actual el método es el opuesto al del Antiguo Testamento, Creemos que a los 12 discípulos, todos ellos israelitas formados de acuerdo con el Antiguo Testamento, les debió resultar llamativo e incluso sorprendente, cuando el Señor Jesús les dijo Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a toda criatura (como podemos leer en Marcos 16:15) Habrán pensado que se trataba de algo nuevo, que jamás hubieran imaginado. En vez de convocarlos al templo en Jerusalén, les estaba diciendo que, comenzando en Jerusalén, es decir, desde Jerusalén, debían ir a Judea, a Samaria y hasta los confines de la tierra. Este es pues el método actual. A veces criticamos a Israel por su fracaso en su labor de testimonio, pero nosotros edificamos un templo y esperamos que la gente venga hacia nosotros, cuando que, en vez de ello, tendríamos que salir al mundo. Por este motivo difundimos la Palabra y el mensaje de Dios a través de la radio, porque creemos que es el método divino en la actualidad. Pero ese no era el método en los días de Jonás y él se sorprendió cuando Dios le dijo: Levántate y ve a Nínive. Creemos que Jonás era el mismo tipo de persona que Simón Pedro. Pensamos que Jonás se puso a discutir con el Señor, de la misma manera en que lo haría, siglos más tarde, Simón Pedro. Creemos que él era esa clase de persona que le habría dicho a Dios: "Un momento por favor. Tú nunca enviaste a Elías a Egipto, ni a Isaías a un país aun más lejano. ¿Por qué me estás pidiendo a mí que haga algo que nunca le pediste a ningún profeta que hiciera?" Y simpatizamos con Jonás. Él no podía entender por qué Dios querría cambiar Su método. Sin embargo, este libro revela que Dios es el Dios de los no judíos. El apóstol Pablo escribió en su carta a los Romanos, capítulo 3, versículo 29, las siguiente palabras que ya hemos citado en otra ocasión: 29¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los no judíos? Ciertamente, también de los no judíos. Y Jonás hubiera estado de acuerdo con esta declaración, pero no en ese momento de su vida. No sería hasta después de las experiencias relatadas en este libro que él fue consciente de que su Dios era también el Dios de los no judíos. Volviendo al versículo 3, recordemos que dice: encontró una nave que partía para Tarsis; pagó su pasaje, y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. La experiencia de Jonás, podría resultarle de ayuda si usted está viviendo momentos difíciles que le hacen preguntarse si usted está en la voluntad de Dios. Aunque no podemos decirle si usted está viviendo, o no, de acuerdo con Su Voluntad, podemos decirle lo siguiente: el hecho de que usted esté pasando por momentos problemáticos no constituye una prueba de que esté fuera de la Voluntad de Dios. Más bien, podría ser una prueba de que usted está bajo la Voluntad de Dios. Si usted está viviendo una vida en la que todo le sale bien y le resulta fácil en todos los aspectos, y si ello es el único indicador que está usando para interpretar que usted está viviendo en la voluntad de Dios, entonces se está apoyando sobre una base deficiente, frágil, y esa actitud no lo sostendrá en tiempos de crisis. Observemos de cerca la ilustración de Jonás. Aquí tenemos a un hombre viajando en la dirección opuesta a la cual Dios le dijo que viajara. Él estaba clara y definitivamente fuera de la voluntad de Dios, y se dirigió hacia Jope, y cuando llegó allí, no encontró ningún problema. Entonces encontró un barco, compró un billete, subió a bordo y se fue a dormir. Todo parecía ir bien. Según nuestra opinión, Jonás podría haber dado un testimonio, parecido a algunos que hemos escuchado con frecuencia. Quizás él fue a comprar el billete preguntándose si estaba cumpliendo la voluntad de Dios o no. (El tenía que haber sabido que no la estaba obedeciendo). Pero, igual que él, algunos dicen que se preguntan si la está cumpliendo o no. Quizás, a última hora ya no quedaban plazas libres, pero alguien llamó para cancelar la suya y entonces el vendedor de billetes le ofreció el lugar que había quedado vacante. Entonces Jonás debió haber pensado: "¡Bueno, esto debe querer decir que estoy cumpliendo la Voluntad de Dios!" ¿Cuántos cristianos piensan hoy de esta manera? Si lo están pasando mal piensan: "Ay, debo estar fuera de la voluntad de Dios": Si todo está en calma y nos va bien en todo piensan:"Bueno, debo estar obedeciendo la Voluntad de Dios". Estimado oyente, de acuerdo con nuestra opinión, si usted está teniendo problemas, podría ser que el diablo se está preocupando porque usted está creciendo espiritualmente y siendo efectivo para Dios. Hemos encontrado que esto ha resultado cierto en nuestro propio ministerio cristiano. Simplemente, el hecho de que usted esté teniendo problemas no quiere decir que se encuentra fuera de la Voluntad de Dios. Volviendo a la historia de Jonás, todo parecía seguir saliendo bien y todo auguraba un viaje tranquilo y agradable. Alguien ha definido una situación parecida a ésta como "una coincidencia fortuita de circunstancias". Pero nosotros sabemos que Jonás estaba viajando en la dirección equivocada y Dios iba a tener que hacerlo ir a parar a un pez para que su vida experimentara un giro y se pusiera en la dirección correcta. A través de los siglos, en la Biblia y fuera de la Biblia, los siervos de Dios no se han encontrado con una vida fácil. Las circunstancias no se les han presentado tan favorables; más bien han sido difíciles. Nos ha emocionado la historia del misionero David Livingstone; pero él, verdaderamente, sufrió lo suyo. Si hubiéramos penetrado en la oscuridad espiritual del África, como él hizo, después de pasar por algunas de las duras experiencias que las que él pasó, nos hubiera resultado fácil decir con una voz piadosa: "Bueno, parece que la Voluntad de Dios es que demos la vuelta y regresemos al hogar". Otro misionero, llamado John Patton, misionero a las Nuevas Hébridas, se encontró con decepciones por todas partes y tuvo que sortear obstáculos diariamente; pero, ésta es la manera en que a veces Dios nos guía. En la carta a los Hebreos, capítulo 11, versículos 36 al 38, hablando de muchos héroes anónimos de la fe, dice: 36Otros experimentaron oprobios, azotes y, a más de esto, prisiones y cárceles. 37Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada. Anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados. 38Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. En esa misma carta a los Hebreos también leemos que algunos, por la fe, escaparon del filo de la espada, mientras que otros, por causa de su fe, fueron muertos por la espada. En consecuencia, diremos que usted no puede interpretar siempre que las circunstancias favorables son una señal de estar bajo la Voluntad de Dios, y que las desfavorables indican que usted no está en la Voluntad de Dios. Volviendo a nuestra historia, Jonás se encontraba entonces a bordo y lo imaginamos en la cubierta sonriendo, a medida que la vista de la costa se iba perdiendo en la distancia. Quizás se dijo a sí mismo: "¡Bueno, parece que voy a tener un viaje tranquilo!" Pero más adelante comprobaremos que este hombre no lo iba a tener nada fácil.

sábado, 27 de mayo de 2017

LO QUE AHORA VIVO EN LA CARNE, LO VIVO EN LA FE DEL HIJO DE DIOS

Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará(Marcos 8:34,35) Cuando Jesús dijo esas palabras, no solo estaba dándonos la receta para ir al cielo, sino también la receta para vivir una vida de excelencia aquí en la tierra. Hay una vida mejor que podemos vivir aquí en este mundo. Pero para entrar en ella, tenemos que abandonar la manera en que estamos acostumbrados a vivir. Quizá tengamos que dejar las cosas a las cuales hemos estado aferrados y, a cambio, dedicarnos a hacer lo que Dios quiere que hagamos. Eso fue lo que Jesús hizo. Él no vivió su vida para sí mismo; la vivió para Dios en su totalidad. Él hizo sólo lo que el Padre le dijo que hiciera, y vivió en victoria total. Es tiempo de darnos cuenta de que el nacer de nuevo no es algo que hacemos tan solo para escapar del infierno. Nuestro propósito debe ser agradar a Dios, dar nuestra vida con el fin de cumplir sus deseos, ser su tesoro especial en la tierra y hacer lo que Él quiere que hagamos. Nuestra mayor prioridad debe ser darnos a Él, vivir en comunión con Él y estar en oración el suficiente tiempo para que podamos oír su voz y después obedecerle. Solo cuando hagamos esas cosas nos sentiremos realizados y podremos vivir la vida de excelencia que hemos estado anhelando.

domingo, 21 de mayo de 2017

SOMOS SERVIDORES Y ADMINISTRADORES DE CRISTO

"Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios". (1 Corintios 4:1) 1 Corintios 4:1-5 Nosotros todos, en realidad, somos siervos, servidores de Cristo. Cada creyente es un servidor, un ayudante de Cristo. En cierto sentido, cada creyente es un predicador, alguien que con su vida, con su ejemplo, proclama un mensaje a los que le rodean. Es una influencia que se transmite consciente o inconscientemente. La cuestión es qué clase de mensaje estamos transmitiendo. Aquí se llama al siervo de Cristo, un administrador de los misterios de Dios. En el tiempo de Pablo, un administrador era la persona encargada de los asuntos de la vivienda familiar ante el propietario. Era el encargado de los temas domésticos, la comida, la ropa y demás asuntos. El proporcionaba a la familia todo lo que iban necesitando. De la misma manera, el servidor de Cristo debería entregar la Palabra de Dios a los miembros de la familia espiritual. Y vemos aquí nuevamente la palabra misterio. Recordemos que en la Biblia los misterios son aquellas verdades que anteriormente no habían sido reveladas, pero que en aquel momento fueron dadas a conocer. Esos misterios no pueden ser comprendidos por el hombre natural. Sólo el Espíritu de Dios puede tomar aquellas verdades sobre Cristo y hacer que las entendamos. El "misterio" se refiere aquí a la sabiduría de Dios, concretamente, al Evangelio, el mensaje de la cruz que sólo puede ser conocido y comprendido, por medio de la revelación del Espíritu Santo. Y teniendo en cuenta que somos administradores de los llamados "misterios de Dios", debemos entregar y repartir esos misterios. Después de concluir sus parábolas sobre el misterio, en Mateo 13:51, Jesús les dijo a sus oyentes: "¿Habéis entendido todas estas cosas?" Me inclino a creer que ellos no le entendieron realmente en aquella ocasión. Y Jesús no aclaró si ellos le habían entendido o no. Pero sí continuó diciéndoles, como vemos en el versículo 52: "Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas". Y esto es precisamente lo que un administrador de los misterios de Dios debería estar haciendo, y es extraer de la Palabra de Dios cosas nuevas y cosas viejas. Ésa es pues la misión de un administrador de los misterios de Dios. Y no se me ocurre pensar en un encargo más elevado que éste. Continuemos leyendo el versículo 2: "Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel". Observemos que no se requiere que un administrador sea elocuente o que tenga muchos dones o talentos espirituales; sólo se le pide que sea fiel. Muchos de ellos serán un día recompensados, no porque hayan logrado realizar grandes cosas, ni por algún gran talento que tengan, sino porque hayan sido fieles en lo que hicieron, y por la manera en que lo hicieron. Y dicen los versículos 3 y 4: "En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor". Estos dos versículos presentan los tres tribunales ante los cuales debemos presentarnos. Y nos dicen que no tenemos derecho a juzgarnos unos a otros, porque todos compareceremos ante un tribunal superior. 1. El primer tribunal es el tribunal ordinario de la opinión de los demás. Notemos lo que el apóstol Pablo dijo que él consideraba de poca importancia el ser juzgado por los demás o por cualquier tribunal humano. Él se refería aquí a la opinión de los demás. En la versión de la Biblia que preparó Philipps, dijo en este versículo 3: "En realidad a mí no me interesa mucho lo que usted o cualquier otra persona piense de mí". Ésta no es una traducción literal, pero es una buena interpretación. Es una declaración realmente contundente, y parecería indicar que Pablo fuera anti-social. Sin embargo, el apóstol no era una persona insensible o que despreciara la opinión de los otros. Él no era inmune a las expresiones y estima de la gente que le rodeaba. Él defendía su apostolado con gran sentimiento, cuando era desafiado por sus críticos. Él siempre se sentía herido por los rumores falsos, y aquí en este mismo capítulo hizo referencia a ello, como vemos en los versículos 11 al 13, en los que dijo lo siguiente: "11Hasta el día de hoy padecemos hambre y tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos lugar fijo donde vivir. 12Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13Nos difaman, y respondemos con bondad; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos". Aquí, pues, podemos ver la sensibilidad de Pablo afectada por las opiniones de otros. Sin embargo, su vida no estaba influenciada por esas opiniones. Ahora, aunque a nosotros nos guste o nos disguste, compareceremos ante ese tribunal formado por otros. No podemos evitarlo. Y esto quizá es practicado en exceso en otros países. Abraham Lincoln, por ejemplo dijo: "La opinión pública en este país, o sea en los Estados Unidos, lo es todo". Eso es cierto y es lamentable que así sea. Vemos que hay un peligro en acatar siempre la opinión de los demás, el ceder ante la crítica de nuestros enemigos, el rendirse ante ellos. Por lo tanto, un tribunal nunca debe inclinarse ante la opinión popular de la mayoría, porque compromete la aplicación de la justicia. Milton fue el que dijo: "La última enfermedad de una mente noble es el amor a la fama". Y eso es lo que persiguen muchas personas en nuestros días. El editor de un periódico, llamado Horacio Greeler, dijo: "La fama es como un vapor; la popularidad, como un accidente; las riquezas tienen alas; aquellos que aplauden hoy, son los que condenarán mañana. Sólo hay una cosa que perdura y es el carácter". Y alguien más ha dicho: "El problema con la mayoría de nosotros es que preferimos vernos arruinados por la adulación, que salvados por la crítica". Y eso, nos tememos, es también una cruda verdad. Y así hemos podido ver que aunque el apóstol Pablo fue sensible a la opinión de los demás, esa opinión no se convirtió en el principal rector de su vida. Por eso pudo decir: "Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano". 2. Ahora, hay un tribunal de más alto nivel. Y es el tribunal de la propia conciencia, que es el que se revela en sus palabras: "Ni aun yo mismo me juzgo", que leímos en el versículo 3. ¿Es la conciencia una guía segura? Bueno, Pablo dijo en Romanos 2:15-16 “ mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”. Nosotros debemos ser guiados por el Espíritu. La Iglesia, o mejor dicho los creyentes, tienen que tener una conciencia más iluminada. Y cuando nos reprocha algo o nos censura, debemos prestarle atención y obedecerla. Pero cuando aprueba nuestra manera descuidada de vivir, o cuando apela a nuestra vanidad y nos alaba, entonces debemos tener mucho cuidado. Todos nosotros permanecemos firmes, o caemos ante este tribunal. Fue Longfellow quien dijo: "No es en el clamor de las multitudes, ni ante el aplauso o los gritos de las masas, sino que es en nosotros mismos donde se encuentra el triunfo o la derrota". Un hombre honrado no será influenciado por la opinión de los otros, sino por lo que él cree que es correcto. Es una regla valiente y noble. Sin embargo, el apóstol Pablo dijo que él no la seguía. Pablo no quiso emitir un juicio final sobre sí mismo. Y una vez más, usando la interpretación de Phillips, se nos dice que Pablo ni aun evaluaba su propia opinión sobre él mismo, porque eso no lo justificaba ante Dios. No es que él hubiera conocido alguna evidencia contra sí mismo; por el contrario, él dijo que no sabía nada en contra suyo, pero que esto no lo libraba a él de su responsabilidad ante Dios. Es una característica de nuestra naturaleza humana ser exigentes con los demás e indulgentes con nosotros mismos. Recordemos que ése fue el problema de David. El podía ver lo malo en los demás pero no en sí mismo. ¿Y qué diremos de nosotros? Cuando otras personas se aferran con tenacidad a alguna opinión, las llamamos conflictivas, pero cuando lo hacemos nosotros, pensamos que estamos mostrando con valor nuestras convicciones. Son los otros los que causan divisiones y problemas, pero nosotros estamos en la posición correcta. Otros son infieles cuando dejan de asistir a la iglesia, pero en cambio, nosotros tenemos buenas razones para hacerlo. Es que no estamos capacitados para ser severos con nosotros mismos. Nos colocamos en un nivel superior y, generalmente, lo distorsionamos. Pero Dios puede cambiar el sentido del veredicto de este segundo tribunal, el de nuestra conciencia. Hasta ahora hemos visto el tribunal de los otros, el tribunal de uno mismo, y ahora, veamos, en tercer lugar, 3. el tribunal del Único Amo y Señor; el tribunal supremo de Cristo. Pablo estaba diciendo que algún día él estaría ante el Tribunal de Cristo, acerca del cual hemos oído al leer las palabras del versículo 4, "pero el que me juzga es el Señor". Y cada uno de nosotros tendrá que comparecer algún día ante ese tribunal. Sobre este tema él hablará más extensamente en la Segunda Carta a los Corintios, en el capítulo 5. Pero cada uno de nosotros tendrá que estar presente allí. Así es que cada uno de nosotros tendrá que estar ante el Tribunal de Cristo. ¿Qué es lo que será juzgado allí? Bueno, sabemos que no seremos juzgados por nuestros pecados, porque los pecados son perdonados a nosotros, los creyentes, como dice el Salmo 103:12, Dios los ha alejado así como ha alejado del oriente el occidente. Él no se acordará más de nuestros pecados, como dice la Carta a los Hebreos, capítulo 5, versículo 12. Y todos nuestros pecados están cubiertos por la sangre que Cristo derramó en la cruz y es como si Dios no los recordara más. Nosotros entonces vamos a ser juzgados como administradores de todo aquello sobre lo cual Dios nos ha constituido en mayordomos. Todas nuestras posesiones físicas, nuestros cuerpos, nuestros recursos materiales, lo que debemos darle a Él será examinado y evaluado por Él. Ésas serán las cosas que van a ser juzgadas en ese tribunal. Así que podemos ver que el ser un administrador, un mayordomo fiel, es de suma importancia. Después de todo, nosotros no somos los dueños de nada; como hemos dicho antes; todas las cosas pertenecen a Cristo, y nosotros también le pertenecemos a Él. Estamos, por decirlo así, asociados con Él. Y fue algo maravilloso lo que dijo Pablo al terminar el capítulo tercero que vimos anteriormente. Que todas las cosas son nuestras; Pablo es nuestro, Apolos también, Pedro, así como todos los grandes maestros y reformadores que ha tenido la iglesia en el transcurso de los siglos. El mundo en que vivimos es nuestro, ha sido creado para que lo disfrutemos, no para que lo destruyamos. Podemos contemplar la belleza de sus paisajes, con sus montañas, los árboles, el océano y, a pesar de todos los problemas, dificultades y tristezas, muchos de ellos creados por nosotros mismos, podemos disfrutar de la vida misma. Porque despreciar esta vida, sería una ofensa para el Creador. Pero aun la muerte nos pertenece. Eso es lo que dijo el Dr. Parker: "La muerte es suya, y continuó diciendo, le pertenece, la muerte no es su amo, sino que es usted el que la puede dominar". En este sentido, la muerte es suya, gracias a la victoria de Cristo sobre la muerte, gracias a que Él resucitó, nosotros podemos compartir Su triunfo. Ésta es una verdad extraordinaria y alentadora. Cuando estamos unidos a Cristo, le pertenecemos, y todas las cosas son nuestras, tanto las cosas presentes, las que nos rodean, como las futuras, las que vendrán. Y como acabamos de ver, somos mayordomos y administradores de todo aquello que Él nos ha confiado, y ello coloca sobre nosotros una gran responsabilidad; podemos decir que una honrosa responsabilidad. Todo ello da un sentido a la vida, una meta, una ilusión permanente por ser utilizados por Él en una misión tan importante. "Así que no juzguéis nada antes de tiempo, sino esperad hasta que venga el Señor, el cual sacará a la luz también las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones. Entonces, cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios". Él es el que juzgará en un día futuro. Si nosotros juzgamos, emitimos juicios sobre alguien, en realidad estamos ocupando el lugar del Señor. Por ese motivo, no tenemos que reaccionar agresivamente, con nuestras críticas, cuando hayamos sido heridos u ofendidos. Porque nuestro resentimiento nos haría llegar aún más lejos, a extremos y daños incluso mayores que los que hayamos recibido. Dios juzgará con justicia, y Él conoce todos los hechos y circunstancias que nuestra limitada condición humana nos impide conocer. Y, por otra parte, probablemente conozcamos peores cosas sobre nosotros mismos, que las que sabe la persona que nos haya criticado. Los hechos que se realizan en lo oculto de las tinieblas, serán expuestos a la luz en la presencia misma de Jesucristo. Las intenciones y motivaciones que se encuentran ocultos en el interior de nuestro corazón, serán puestas de manifiesto. Y ése es el motivo por el cual tendríamos que ser cuidadosos en la manera en que vivimos y en nuestra conducta. Luego el apóstol Pablo hizo esta gran declaración: "entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios". Es decir que Dios dará a cada uno la honra que haya merecido. Quizás algunos creyentes están frecuentemente resentidos porque, ya sea por descuido o por envidia, los demás no reconocen o valoran debidamente sus obras, su conducta. Y ese sentimiento de haber sido tratados injustamente, les desalienta para continuar en su labor. La ingratitud de los demás nos deja una sensación de vacío y tristeza. Pero Dios no pasará por alto todo aquello que ha sido hecho por Él. Creemos que Dios encontrará en cada uno de los creyentes algo por lo cual honrarle. Cabe destacar que cuando leemos sobre los mensajes a las siete Iglesias de Asia, en el libro del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, Cristo tuvo algo bueno que decir, una palabra de elogio, de cada una de ellas, con la excepción de una, la de Laodicea, que creemos no era una Iglesia sino una asociación meramente humana. O sea que pronunció esas palabras de elogio a pesar de las faltas que aquellas iglesias tenían, y que Él, por supuesto, destacó en cada caso. Pero Él tuvo siempre algo bueno que decir acerca de todas ellas. Muchas veces nos molesta que los demás generalmente se apresuren a recordarnos lo negativo de nuestras acciones, y minimicen lo positivo que hayamos hecho, o simplemente lo ignoren por completo. Así que esto debiera servirnos de estímulo, porque en el caso de Cristo, creemos que el juez Supremo será bondadoso y encontrará algún motivo para honrar a cada creyente que se presente ante Él en Su tribunal. En la situación concreta de la congregación de Corinto, una evaluación prematura por parte de aquellos creyentes, había conducido a la exaltación indebida de algunos de los pastores o maestros, y a la humillación de otros, como veremos en este mismo capítulo, versículo 10. Por lo tanto este pasaje nos recuerda que, en vez de observar a los demás, cada uno debiera preocuparse del estado de su relación con Dios, de su fidelidad a Su Palabra y Su voluntad, y de examinarse en relación a su propia conducta. ¿Consideramos a Dios una persona, o un concepto lejano a la realidad de cada día? ¿En qué situación nos encontramos ante Dios? ¿Tenemos realmente una relación con Él? Le recordamos que la única forma de establecerla, es por medio del Señor Jesucristo, aceptando por la fe la obra que Él realizó a favor suyo en la cruz. Le invitamos a dirigirse a Él con sus propias palabras, reconociendo su condición de pecador, de persona alejada de Él: quizás alguien nunca haya orado a Dios, porque piensa que es necesario utilizar un vocabulario especial y ciertas frases convencionales oficialmente reconocidas. Pero no es así. Y, por otra parte, aunque no le vea físicamente, Él está cerca y puede oír y examinar hasta los más íntimos pensamientos del corazón. El Evangelio de Lucas 18:9-14, nos relata el curioso episodio de dos hombres que fueron al templo a orar. Uno de ellos, un fariseo, oró ostentosamente, resaltando sus prácticas religiosas, sus virtudes, sus buenas obras, y la bondad de su carácter. El otro era un recaudador de impuestos, consciente de que no podía alegar ningún mérito para alcanzar la gracia de Dios. Y entonces, sólo pudo exclamar: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!" Y el escritor destacó que este hombre, volvió a su casa perdonado por Dios, pero el fariseo no fue perdonado. Porque todo aquel que se engrandece a sí mismo, será humillado, y el que se humilla, será ensalzado. Le invitamos a acercarse a Dios de esa manera, con esa actitud de fe y de humildad. Y con toda seguridad, y con la autoridad de la Palabra de Dios podemos decirle que Él le recibirá inmediatamente.

lunes, 15 de mayo de 2017

LA PALABRA DE DIOS ES ETERNA

Secase la hierba, marchítese la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (v. 8). Isaías 40:1-8 Cuando era pequeño, a mi hijo Xavier le gustaba traerme flores. Yo atesoraba cada uno de estos regalitos, hasta que se marchitaban y tenía que tirarlos. Un día, me regaló un hermoso ramo de flores artificiales. Sonrió mientras acomodaba las flores en un jarrón de vidrio, y me dijo: « ¡Mira, mamá! Durarán para siempre. Así es como te amo». Desde entonces, mi niño creció y se transformó en un jovencito. Los pétalos de seda se fueron desgastando, pero esas flores todavía me recuerdan su afecto. Además, me traen a la mente algo que dura para siempre: el amor ilimitado y eterno de Dios, revelado en su Palabra infalible y perdurable (Isaías 40:8). Mientras los israelitas sufrían prueba tras prueba, Isaías los consoló con confianza en las palabras eternas de Dios (40:1). Proclamó que Él había pagado la deuda del pecado de los israelitas (v. 2), asegurando así su esperanza en el Mesías venidero (v. 3-5). Ellos confiaron en el profeta porque se concentraba en Dios, no en las circunstancias. En un mundo lleno de incertidumbres y aflicción, las opiniones de los hombres e incluso nuestros propios sentimientos siempre están cambiando y son tan limitados como nuestra existencia (v. 6-7). Aun así, podemos confiar en el amor y el carácter inalterables de Dios, como aparecen revelados en su Palabra firme y eternamente veraz. Señor, gracias por darnos el regalo de tu Espíritu eterno. Dios afirma su amor a través de su Palabra confiable, inmutable y eterna.

miércoles, 10 de mayo de 2017

LA PRESENCIA PROMETIDA

… el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (v. 9). Josué 1:1-9 Mientras regresábamos a casa de unas vacaciones, el camino nos llevó por una parte desolada. Durante casi dos horas después del atardecer, condujimos a través de profundos cañones y mesetas desérticas. Apenas podían divisarse algunas luces de autos que perforaban la oscuridad. Finalmente, la luna salió en el horizonte; podíamos verla cuando el camino subía a las colinas, pero quedaba eclipsada mientras viajábamos por las tierras bajas. Mi hija comentó que le recordaba la presencia de Dios. Le pregunté si necesitaba verla para saber que Él estaba allí. Contestó: «No, pero sí que ayuda». Después de la muerte de Moisés, Josué heredó el liderazgo de los israelitas y se le encomendó llevarlos a la tierra prometida. A pesar de esta comisión divina, Josué seguramente se sintió desafiado por semejante tarea, pero Dios le aseguró que estaría con él en esa odisea (Josué 1:9). El camino de la vida suele pasar por territorio desconocido. A veces, no podemos ver claramente lo que tenemos por delante. El plan de Dios no siempre nos resulta evidente, pero Él prometió estar con nosotros «todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). ¿Qué seguridad mayor podríamos desear? Aun cuando el camino esté oscuro, la Luz está con nosotros. Señor, gracias por estar cerca de mí incluso cuando no puedo verte. Dios está con nosotros aun cuando no podemos verlo.

viernes, 5 de mayo de 2017

JESÚS EL CAMINO AL PADRE DIOS

En el principio [antes de que existiera el tiempo] era el Verbo [Cristo], y el Verbo era con Dios, y el Verbo [Cristo] era Dios... Y aquel Verbo fue hecho carne (se hizo humano, se personificó) y habitó entre nosotros. Juan: 1:1,14; AMP La deidad del Señor Jesucristo es algo que nunca debería ser puesto en tela de juicio por ningún creyente nacido de nuevo. Nuestra salvación se basa en el hecho de que Jesucristo es Dios, la segunda persona de la deidad: Dios Hijo. Juan, el discípulo y apóstol amado, despeja cualquier duda que pueda existir en cuanto a esto en Juan 1:1,14. Cualquiera que dude de lo que afirman esos versículos es posible que no haya nacido en el reino de Dios, porque la deidad de Jesucristo es el fundamento de nuestra fe. Sin embargo, al escudriñar los evangelios, observamos que Jesús, en Sus 33 años de vida terrenal no anduvo anunciando que Él era Dios. En cambio, sí confesó ser el Hijo de Dios, el Mesías, y que Dios era Su Padre (lo que enfureció a los fariseos), pero nunca afirmó ser el Dios altísimo. De hecho, les dijo a los discípulos que Dios el Padre era mayor y más poderoso que Él (Juan 14:28). La razón es simple: Él había venido al mundo no sólo como Dios, sino también como hombre. La Palabra declara que Jesús se despojó de Su poder divino y tomó la forma de un ser humano, con todas las limitaciones que eso implicaba. Pero como Dios era Su Padre, Jesús no nació con la naturaleza pecaminosa con la que nacen todos los hijos de Adán. Sin embargo, como nació de mujer, en todos los otros aspectos era hombre, y se llamó a Sí mismo el Hijo del Hombre o, literalmente, el Hijo de Adán. Entonces, ¿cómo hizo todas esas obras poderosas? De la misma forma que Él espera que nosotros las hagamos hoy: por la unción y el poder del Espíritu Santo (Hechos 10:38). Él dijo: «Es el Padre en mí quien hace las obras». ¿Qué significa eso para nosotros? Jesús quiso decir exactamente que nosotros como creyentes podríamos hacer las obras que Él hizo (Juan 14:12). Esto se refiere a que como hijos de Dios nacidos de nuevo y llenos del mismo Espíritu Santo, como Jesús lo fue, tenemos la oportunidad de vivir de la forma que Él lo hizo cuando estuvo en la Tierra. De hecho, ése es Su verdadero propósito. Él nos precedió, como hombre, y nos abrió el camino. Entonces no nos limitemos a admirarlo por eso, sino a imitarlo en ello.

lunes, 1 de mayo de 2017

MENOS MAL QUE DIOS NO NOS HACE PREGUNTAS POR LO GENERAL... Y SE LIMITA A AYUDARNOS

… Ve con esta tu fuerza […] yo estaré contigo… (v. 14, 16). Jueces 6:11-16, 24 ¿Qué harías si el Señor apareciera en medio de tu jornada laboral con un mensaje? Esto le sucedió al israelita Gedeón. «Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: el Señor está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?» (Jueces 6:12-13). Gedeón quería saber por qué parecía que Dios había abandonado a su pueblo. Sin embargo, después de que Gedeón soportó siete años de ataques enemigos, hambruna y esconderse en cuevas, Dios no le explicó por qué no había intervenido. El Señor podría haber citado el pecado de Israel como una razón, pero, en cambio, le dio esperanza para el futuro, diciendo: «Ve con esta tu fuerza […]. Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas» (v. 14, 16). ¿Alguna vez te preguntaste por qué Dios permitió que sufrieras? En vez de contestar esa pregunta, quizá el Señor te satisfaga con su cercanía hoy, y te recuerde que puedes descansar en su fortaleza. Cuando Gedeón creyó que Dios estaba con él, edificó un altar y lo llamó «El Señor es Paz» (v. 24 LBLA). Tenemos paz al saber que, dondequiera que vayamos, vamos con Dios, quien prometió no abandonar jamás a sus seguidores. Señor, ayúdame a confiar en ti, incluso cuando no entiendo el porqué de ciertas cosas. ¿Qué es mejor que recibir respuesta? Confiar en un Dios bueno y poderoso.