lunes, 26 de junio de 2017

TODO LO QUE HACE DIOS ES MUY BUENO

Génesis 1:24-31 Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno!… (v. 31 NTV). Hace poco, tuve uno de esos días que parecen tener un tema en común. Nuestro pastor empezó su sermón sobre Génesis 1 con dos minutos de fotografía secuencial de bellísimos capullos que florecían. Después, en casa, observé varias publicaciones de flores en las redes sociales. Más tarde, mientras paseaba por el bosque, vi toda clase de flores silvestres: aristoloquias, caléndulas y lirios silvestres. Dios creó las flores y toda clase de vegetación el tercer día de la creación. Y dos veces ese día, declaró que lo que había hecho «era bueno» (Génesis 1:10, 12). Solo uno de los demás días de la creación, el sexto, Dios hizo esa doble declaración de «bueno» (vv. 24, 31). Es más, aquel día, cuando creó al hombre y su obra maestra quedó completa, miró todo lo que había hecho, « ¡y vio que era muy bueno!» (NTV). En la historia de la creación, vemos a un Dios creador que se deleita en lo que hizo… y parece regocijarse en el mismo acto de crear. ¿Qué otra razón habría para diseñar un mundo con una variedad tan colorida y maravillosa? Y guardó lo mejor para el final, cuando «creó al hombre a su imagen» (v. 27). Como portadores de su imagen, tenemos la bendición y la inspiración de la bellísima obra de sus manos. Señor, gracias por hacernos a tu imagen para que pudiéramos tener la inspiración de crear. Toda la creación tiene el autógrafo de Dios.

sábado, 17 de junio de 2017

LA RELIGIÓN PURA Y SIN MÁCULA DELANTE DE NUESTRO DIOS Y PADRE ES ÉSTA: VISITAR A LOS HUÉRFANOS Y A LAS VIUDAS EN SUS AFLICCIONES Y GUARDARSE SIN MANCHA DEL MUNDO

Salmo 147:1-11 Se complace el Señor en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia (v. 11). Camino a casa, después de la boda de un familiar, mi mamá me preguntó por tercera vez qué novedades había en mi trabajo. Una vez más, repetí algunos de los detalles, como si fuera la primera vez que se los contaba, mientras me preguntaba cómo podía lograr que mis palabras fueran más recordables. Mi mamá tiene Alzheimer, una enfermedad que va destruyendo la memoria, puede afectar la conducta y termina en la pérdida del habla… y más. Me duele que mi mamá esté enferma, pero doy gracias porque sigue aquí y podemos pasar tiempo juntas… incluso conversar. Me emociona que, cada vez que voy a verla, ella resplandece de alegría y exclama: «¡Alyson, qué sorpresa encantadora!». Disfrutamos de la compañía mutua, y, aun en los silencios, cuando ella no encuentra las palabras, tenemos comunión. Quizá sea una pequeña imagen de nuestra relación con Dios. La Escritura afirma: «Se complace el Señor en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia» (Salmo 147:11). A los que creen en Jesús como Salvador, Dios los llama sus hijos (Juan 1:12). Y, aunque quizá pidamos lo mismo una y otra vez o nos falten las palabras, al Señor le agrada que conversemos con Él en oración… incluso cuando no sabemos qué decir. Señor, gracias por poder aprender de ti a través de la Biblia y de hablar contigo en oración. ¡A Dios le encanta escucharnos!

domingo, 11 de junio de 2017

COMO ORAR

2 Crón. 6:7-9, 12-15 Allí, sobre la plataforma, [Salomón] se arrodilló y, extendiendo las manos al cielo, oró… (v. 13 NVI). Algunos cuando oran en la iglesia, a veces, cierran los ojos. Dicen que los ayuda a concentrarse y aislar las distracciones para alabar a Dios; solo están ellos y el Señor. Algunos se preguntan si debemos cerrar los ojos al orar. Sin embargo, como podemos orar en cualquier momento y lugar, puede ser difícil cerrar los ojos siempre; ¡en especial, si estamos caminando, desmalezando o conduciendo un vehículo! Además, no hay reglas sobre qué posición debemos adoptar al hablar con Dios. Cuando el rey Salomón oró para dedicar el templo que había edificado, se arrodilló y «extendió sus manos al cielo» (2 Crónicas 6:13-14). Arrodillarse (Efesios 3:14), quedarse de pie (Lucas 18:10-13) e incluso postrarse con el rostro al suelo (Mateo 26:39) son todas posturas de oración mencionadas en la Biblia. Ya sea que nos arrodillemos o nos paremos ante Dios, que levantemos las manos o cerremos los ojos, lo importante no es la postura, sino el corazón. Todo lo que hacemos «mana» de nuestro corazón (Proverbios 4:23). Cuando oramos, que nuestro corazón siempre esté inclinado en adoración, gratitud y humildad frente a nuestro Dios, porque sabemos que están «abiertos [sus] ojos y atentos [sus] oídos a la oración» de su pueblo (2 Crónicas 6:40). Señor, que pueda siempre concentrarme en ti. La forma más elevada de oración surge de lo profundo de un corazón humilde.