jueves, 18 de septiembre de 2008

SEÑOR SOBRE EL REINO DE LOS DEMONIOS

En una ocasión, pasando por cierta región un hombre le salió al encuentro. Un hombre gadareno. Muchos espíritus satánicos, demonios, se habían posesionado de él. No uno o dos, sino una legión. Este hombre era atado con cadenas por otros y ni aun así le podían contener. Pero entonces Jesús se le acercó. Los espíritus comenzaron a temblar dentro de él y a gritar fuertemente. ¡Y todavía Cristo no había dicho nada! ¡No había abierto su boca y ya estaban todos temblando!
-¿Qué tienes con nosotros, Jesús, hijo de David, hijo del Altísimo?
Estaban temblando ante la presencia del Hijo de Dios. –Si vas a sacarnos de aquí, por favor manda que salgamos y vayamos a este hato de puercos.
Cristo entonces, dio la orden. Una sola palabra, dos letras nada más: -ID- y la legión de demonios salió de ese hombre, entrando en el hato de puercos. Estos corriendo, se precipitaron al mar y se ahogaron. Entonces, salió toda la población a ver lo que había sucedido.
-¿Quién es éste, que aún los demonios le obedecen…? Por favor, vete de aquí… -Sí, le pidieron al Señor que se fuera, porque aún cuando había sanado al endemoniado, les había arruinado el negocio de los cerdos. Sin embargo, el interrogante de los lugareños tenía una respuesta: Este es Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, aquel que demostró en la tierra ser Señor sobre todos los demonios. En el comienzo de su ministerio, ya se había encontrado con el general de ellos. Estuvo frente a frente con el mismísimo Satanás. Una, dos, tres veces. En la tercera oportunidad le ordenó: -Vete de mí, Satanás.- Y el diablo tuvo que huir avergonzado y vencido. Desde el más encumbrado entre los demonios, hasta el último, todos se sujetaron a él. La gente veía el poder del Señor actuando en esa área también.

SEÑOR SOBRE EL REINO DE LOS MUERTOS

Jesús tenía un amigo en Betania, Lázaro. Un día llegó la noticia: -Señor, Lázaro está enfermo.- Era necesario ir a verle inmediatamente; sin embargo, él se demoró en hacerlo. Llegó cuando ya hacía cuatro días que había muerto.
Marta, la hermana de Lázaro, le dijo: -Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Ella sabía que Cristo tenía poder para sanar a los enfermos, pero ni se imaginaba hasta donde él podía obrar. Jesús se acercó al sepulcro.
-¿Dónde le pusisteis? –preguntó.
-Allí está.
-Quitad la piedra.
-Pero, Señor, ¡ya hiede!
-Quitad la piedra.
Y quitaron la piedra. Entonces, Jesús oró: Padre, te doy gracias porque tú siempre me oyes… ¡Lázaro, ven fuera! , y el muerto resucitó y salió fuera. ¡Desatadle! Ordenó.
¿Podemos imaginar la escena y la pregunta que habrá surgido en la mente de todos? ¿Quién es éste, que aun los muertos le obedecen?... ¿Quién es éste?
Este es Jesús de Nazaret: Señor también sobre el reino de los muertos.

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