martes, 31 de diciembre de 2013

DE SU MANO

Romanos 8:31-39 … prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. —Filipenses 3:12 Cuando cruzamos una calle transitada acompañados de niños pequeños, extendemos la mano y decimos: «Tómate fuerte», y ellos se aferran a nuestra mano lo más fuerte que pueden. Pero nunca deberíamos depender de su fuerza en esto. Lo que los sostiene y protege es nuestra manera de tomarlos de la mano. Por eso, Pablo insiste: «… fui también asido por Cristo Jesús» (Filipenses 3:12). O mejor aun: «¡Cristo me sostiene de la mano!». Una cosa es cierta: lo que nos mantiene a salvo no es cómo nos asimos a Dios, sino la fuerza con que Él nos sostiene. Nadie puede separarnos de sus manos; ni el diablo ni nosotros mismos. Una vez que estamos en ellas, Jesucristo no nos soltará. Tenemos esta certeza: «y yo [Jesús] les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre» (Juan 10:28-29). Una doble seguridad: nuestro Padre de un lado y nuestro Señor y Salvador del otro, rodeándonos como una abrazadera. Estas son las manos que formaron las montañas y los océanos, y que arrojaron las estrellas en el espacio. Nada en esta vida ni en la futura «nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:39). Aquel que nos salvó es también el que nos guarda.

lunes, 30 de diciembre de 2013

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Apocalipsis 21:1-7 Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja. —Proverbios 14:13 Para Marlene y para mí, «sentimientos encontrados» describe exactamente nuestro casamiento. No me malinterpretes. Fue un acontecimiento maravilloso que continuamos celebrando después de más de 35 años. Sin embargo, la fiesta de bodas se vio empañada porque la madre de Marlene había muerto de cáncer unas semanas antes. Su tía ocupó de manera extraordinaria la función de «madre de la novia», pero en medio de nuestra felicidad, había algo que evidentemente no estaba bien. Faltaba Mamá, y eso afectaba todo. Esta experiencia tipifica la vida en un mundo perdido. Nuestras experiencias aquí son una mezcla de cosas buenas y malas, de alegrías y tristezas; una realidad que Salomón expresó con estas palabras: «Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja» (Proverbios 14:13). El corazón alegre suele entristecerse, porque esto es lo que a veces demanda la vida. No obstante, gracias a Dios que esta vida no es lo único que existe. Y en la que está por venir, quienes conocen a Cristo tienen una promesa: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4). En aquel gran día, ¡no habrá sentimientos encontrados, sino solo corazones satisfechos con la presencia de Dios! Para el creyente, un día, la tristeza terrenal se transformará en gozosos cánticos celestiales.

domingo, 29 de diciembre de 2013

LA PRESENTACIÓN

Colosenses 1:21-23 … os ha reconciliado […], para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él. —Colosenses 1:21-22 Mi esposa Martie es una excelente cocinera. Después de un largo día, suelo anhelar el aroma de las especias que prometen un sabroso festín. Ella no solo sabe cómo preparar una comida, sino que también domina el arte de la presentación. Los colores de la comida en el plato, en una armonía hermosamente distribuida de carne, arroz blanco esponjoso y vegetales me invitan a sentarme y disfrutar de su obra. Pero la comida no era tan atractiva antes de que Martie pusiera sus manos en ella. La carne estaba cruda y fofa, el arroz era duro y quebradizo, y las verduras necesitaban ser lavadas y cortadas. Me recuerda la obra de gracia que Jesús hizo por nosotros. Soy bien consciente de mi fragilidad y mi tendencia a pecar. Sé que en mi condición, no puedo presentarme ante Dios. Sin embargo, cuando soy salvo, Jesús me convierte en una nueva creación (2 Corintios 5:17). Me toma exactamente donde me encuentro y me hace precisamente lo que debo ser: «[santo] y sin mancha e [irreprensible] delante de él» (Colosenses 1:22). Me presenta ante nuestro Padre como algo bello y digno de estar en su presencia. ¡Que su obra transformadora a nuestro favor nos estimule a vivir a la altura de la presentación y a estar humildemente agradecidos a Cristo por su obra consumada en nuestra vida! Jesucristo nos toma donde estamos y nos convierte en lo que debemos ser.

viernes, 27 de diciembre de 2013

EL DESAFÍO DEL ENCIERRO

Lectura: Jeremías 29:4-14 … creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo… —2 Pedro 3:18 A los 86 años, Ken Deal concluyó con una predicación dominical más de tres décadas de ministerio voluntario en cárceles y prisiones. Su mensaje a los presos trató sobre servir al Señor durante el encarcelamiento. Muchos de los ejemplos que utilizó eran de prisioneros, algunos sentenciados a cadena perpetua. En un lugar del cual todos quieren salir, los alentó a crecer y compartir con los demás las buenas nuevas de Jesucristo. Cuando el pueblo de Judá fue llevado cautivo por el rey Nabucodonosor y exiliado a Babilonia por desobedecer a Dios, el profeta Jeremías le envió este mensaje del Señor: «Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, […] y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis» (Jeremías 29:5-6). Quizá hoy enfrentemos circunstancias limitantes. Sea por nuestro propio error o sin culpa alguna, podemos «pasar» la situación o buscar la fortaleza del Señor para «crecer» por medio de ella. El desafío de cada confinamiento es multiplicarse en vez de reducirse; crecer y no disminuir. La meta del Señor es darnos «un futuro y una esperanza» (v. 11 lbla). Una situación límite puede brindarle al alma una oportunidad de crecer.

jueves, 26 de diciembre de 2013

ESTAR PRESENTE

Job 2:3-13 … se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande. —Job 2:13 Todo Estados Unidos quedó pasmado tras el asesinato de 20 niños y 6 miembros del personal de una escuela de Connecticut, sin poder creer que algo tan horrendo pudiera suceder. La gente pensaba solo en la tragedia y en los cuestionamientos que la rodeaban: ¿Qué clase de persona haría algo así y por qué?, ¿cómo puede prevenirse que vuelva a suceder?, ¿de qué manera podemos ayudar a los sobrevivientes? En medio del caos, un grupo inesperado se hizo presente y marcó una diferencia. Desde Chicago, llegaron unos perros perdigueros especialmente entrenados para ofrecer una sola cosa: afecto. Los perros no hablan; simplemente brindan su presencia. Los niños traumatizados por la violencia se abrieron ante ellos, expresando los miedos y las emociones que no podían comunicarles a los adultos. Tim Hetzner, de la Iglesia Luterana Caridades declaró: «La mayor parte del entrenamiento de estos animales es enseñarles a quedarse quietos y en silencio». El libro de Job nos enseña que las personas que sufren no siempre necesitan oír palabras. A veces, solo precisan que alguien se siente en silencio a su lado, las escuchen cuando necesitan hablar y las abracen cuando sus angustias se convierten en sollozos. Dios tal vez no intervenga para cambiar las circunstancias ni explique la razón del sufrimiento, pero nos consuela con la presencia de otros creyentes (Colosenses 4:8). Escuchar sea tal vez lo más amoroso y parecido a Cristo que hagas hoy.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

CHRISTINGLE

1 Juan 1:1-7 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. —Juan 1:9 En la República Checa y en otros lugares, la celebración de Navidad incluye Christingles: una naranja que simboliza el mundo, con una vela colocada encima que representa a Cristo, la Luz del mundo. Una cinta roja rodea la naranja, simbolizando la sangre de Jesús. A los costados de la naranja, se ponen cuatro mondadientes con frutas secas clavados en la cinta, en representación de los frutos de la Tierra. Esta sencilla ayuda visual ejemplifica el propósito de la venida de Cristo: traer luz en medio de la oscuridad y redimir mediante el derramamiento de su sangre a un mundo perdido. En su relato sobre la vida de Jesucristo, Juan lo describe como la Luz del mundo: «Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo» (Juan 1:9). Cristo, la Luz, no vino solamente para penetrar la oscuridad de este mundo, sino que Él es también «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (v. 29). ¡Piénsalo! El bebé de Belén se convirtió en el Cristo vivo y resucitado que nos ha rescatado de nuestro pecado. Por eso, Juan nos instruye a «[andar] en luz, como él está en luz» (1 Juan 1:7). Que todos los que hemos sido rescatados por Jesucristo encontremos en Él la paz de andar en su luz. El Cristo recién nacido era y es la Luz del mundo y el Cordero de Dios.

martes, 24 de diciembre de 2013

UNA NOCHE DE PAZ

Lucas 2:1-14 … he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. —Lucas 2:10 Simón había emigrado de Holanda a los Estados Unidos, donde habían nacido su esposa Kay y sus tres hijos. Allí, Jenny se casó con Roberto, de Panamá; Bill con Vania, de Portugal; y Lucas con Bora, de Corea del Sur. La víspera de Navidad, cuando la familia se reunió para celebrar, empezaron a cantar «Noche de Paz» en sus idiomas nativos; sin duda, un sonido agradable al oído del Señor de la Tierra, mientras se celebraba el nacimiento de su Hijo. Hace 2.000 años, el silencio de una noche tranquila cesó abruptamente cuando un ángel les dijo a los pastores que había nacido un bebé: «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo» (Lucas 2:10). Después, una multitud de ángeles empezó a alabar a Dios, exclamando: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (v. 14). ¡Nació el Salvador del mundo, Cristo el Señor! El regalo de la gracia de Dios, su Hijo, que se anunció aquella noche de paz hace tanto tiempo, todavía está a disposición de todos: «todo pueblo y nación» (Tito 2:11-14; Apocalipsis 5:9-10). «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eternal» (Juan 3:16). El coro celestial descendió para cantar cuando el Rey del cielo bajó para salvar.

domingo, 15 de diciembre de 2013

CARTAS VIVIENTES

2 Corintios 3:1-11 Siendo manifiesto que sois carta de Cristo […], escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo… —2 Corintios 3:3 En noviembre de 1963, el mismo día en que el presidente John F. Kennedy fue asesinado, murió otro líder: Clive Staples Lewis. Este erudito de Oxford, convertido del ateísmo al cristianismo, fue un prolífico escritor. De su pluma surgieron libros sobre temas intelectuales, ciencia ficción, fantasías infantiles y mucho más, con un poderoso mensaje cristiano, los cuales Dios ha utilizado para la salvación de muchos, incluidos un político y un científico ganador del premio Nobel. Algunas personas son llamadas a hablarles de Jesús a otros mediante sus escritos, pero todos los creyentes somos llamados a ser «cartas» de Cristo al dar testimonio de Él con nuestra vida. Pablo afirma: «Siendo manifiesto que sois carta de Cristo […], escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo… (2 Corintios 3:3). Sin duda, el apóstol no está diciendo que somos trozos de papel en donde se ha escrito el mensaje de Dios. Pero como cartas vivientes, podemos demostrar que Jesucristo marca una diferencia en cómo tratamos a los demás y nos esforzamos para vivir con integridad. Pocos impactarán a otros como lo hizo C. S. Lewis, pero ¡todos somos llamados a dar gloria a Aquel que nos ama y nos ha redimido! Somos «cartas de recomendación» de Cristo para todos los que leen nuestra vida.

sábado, 14 de diciembre de 2013

FE EN LAMAS

La mayoría de los cristianos hoy no viven una vida cristiana ferviente. Puede que en algún momento hayan experimentado una pasión por Dios, pero no saben cómo mantener ese fuego ardiendo. Conozco una razón del por qué. Luego de veinte años como pastor, he observado que las personas cuyos corazones están apasionados por Dios están rodeados de amistades bíblicas. Sin amigos, nuestra llama se apaga. Con la influencia fortalecedora de otra persona, nuestra pasión por Dios arde de manera más brillante. Hebreos 10:24 le habla a esta dinámica cuando nos insta a considerar «cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras.» La amistad de David y Jonatán es un modelo de la pasión «inflamable» por Dios. Si alguna vez hubo una amistad con todas las de perder, pues ésta lo era. Pero, de su adversidad sale un poderoso cuadro de cómo podemos alimentar nuestra fe unos a otros. Los amigos bíblicos se apoyan unos a otros. Estoy seguro que hubo muchas largas noches durante su lucha de vida o muerte con el loco rey Saúl, en las que David quiso rendirse, contraatacar, o rebelarse contra el Señor. Estoy convencido que una clave para el éxito de David fue su amistad con Jonatán. Corriendo un gran riesgo personal, Jonatán se negó a dejar que David pasara por su crisis solo. Los amigos bíblicos oran juntos. Con el intenso peligro como telón de fondo, Jonatán no se mostró con perogulladas humanas o con consejos mundanos para David. Lo ayudó a llevar sus problemas al Señor. Él «le fortaleció en Dios» (1 Samuel 23:16). ¿Cuentas con un amigo o dos como Jonatán? Los amigos bíblicos te ayudan a someterte a la influencia de Dios que moldea el carácter en tu vida. Vienen a ti en momentos cuando Dios está usando alguna circunstancia para ayudarte a ajustarte a la vida de Jesús, y soplan en los carbones de tu fe. Los amigos bíblicos avivan tu pasión por Dios y tu compromiso para seguirlo con fuerza. Tú los necesitas y ellos te necesitan. Mantén tu vida cristiana ardiendo por Dios, buscando a ese tipo de amigo — y siendo ese tipo de amigo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

RECOMPENSAS DURADERAS

1 Corintios 9:24-27 … porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha… —1 Timoteo 4:8 La gimnasta ucraniana Larisa Latynina tenía el récord de 18 medallas olímpicas, las cuales ganó en los Juegos Olímpicos de 1956, 1960 y 1964. Este récord de 48 años de duración fue superado cuando Michael Phelps nadó para ganar su decimonovena medalla en la carrera de relevos de 4 x 200 metros de estilo libre en los Juegos de Londres de 2012. «[Latynina] en cierto modo se perdió en la historia», declaró el periodista de la revista International Gymnast. Cuando desapareció la Unión Soviética, «nos habíamos olvidado de ella». El apóstol Pablo nos recuerda que, a veces, no se tiene memoria del trabajo arduo. Los atletas someten con esfuerzo sus cuerpos a disciplinas intensivas al entrenarse para ganar medallas perecederas (1 Corintios 9:25). Pero no se trata solo de las medallas… con el tiempo, el recuerdo de esos logros disminuye y desaparece. Si los deportistas pueden sacrificar tanto para obtener recompensas terrenales que finalmente se olvidarán, ¿cuánto más deberían esforzarse los seguidores de Cristo para ganar una corona imperecedera? (1 Timoteo 4:8). El sacrificio y la determinación de los atletas se recompensan con medallas, trofeos y dinero. Pero más grandioso es que nuestro Padre celestial premia la disciplina de sus hijos (Lucas 19:17). Dios nunca se olvidará del servicio que hagamos por amor a Aquel que nos amó primero. Los sacrificios para el reino siempre son recompensados.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA PIEDRA EUREKA

En 1867, en una granja de Sudáfrica, Erasmus Jacobs, de quince años de edad, encontró una piedra que relucía bajo el sol. Al poco tiempo, un vecino se enteró de aquella roca brillante y quiso comprársela a la familia. Desconociendo su valor, la madre de Erasmus le dijo a su vecino: «Si la quiere, llévesela». Con el tiempo, un mineralogista determinó que la piedra era un diamante de 21,25 quilates sumamente valioso. Llegó a conocerse como «el diamante eureka» (la palabra griega eureka significa «¡lo encontré!»). Poco después, el valor de los campos cerca de la granja de los Jacobs aumentó enormemente. Bajo tierra, había uno de los depósitos de diamantes más rico que se haya descubierto. Jesús afirmó que el valor de ser parte del reino de Dios es como un tesoro: «Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo» (Mateo 13:44). Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, se produce un «momento eureka» espiritual. Dios nos perdona por medio de su Hijo. Es el tesoro más maravilloso que pueda encontrarse. Desde ese momento, toda la vida puede empezar a centrarse en el valor de convertirse en un miembro gozoso de su familia eterna. Tenemos el gozo de compartir con otros este valioso descubrimiento. El reino de Dios es un tesoro que hay que compartir.

martes, 10 de diciembre de 2013

LO BUENO Y LO MALO

Y preparó el Señor Dios una calabacera […] para que hiciese sombra sobre su cabeza, y […] un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. —Jonás 4:6-7 La historia del rebelde profeta Jonás nos muestra el deseo de Dios de utilizar tanto las bendiciones como las pruebas para desafiarnos y hacernos mejores. El libro de Jonás menciona cinco veces que el Señor preparó las circunstancias, tanto buenas como malas. En Jonás 1:4, leemos que Dios envió una tormenta: «el Señor hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad…». Cuando los marineros descubrieron que el culpable de la tormenta era el profeta, lo arrojaron por la borda (1:15). Entonces, el Señor «tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás» e impedir que se ahogara (1:17). Más adelante, el libro declara que «preparó el Señor Dios una calabacera» para que le diera sombra (4:6). Después, vemos que dispuso que un gusano secara la planta, y que un viento y un sol abrasadores azotaran a Jonás (4:7-9). Estas circunstancias fueron utilizadas para manifestar la actitud rebelde del profeta. Solamente entonces, Dios pudo confrontar en forma directa el problema en el corazón de Jonás. Cuando enfrentamos diferentes situaciones, debemos recordar que Dios es soberano, tanto sobre las bendiciones como sobre las dificultades que se presentan en nuestro camino. Él desea utilizar todas las circunstancias para desarrollar nuestro carácter (Santiago 1:1-5); emplea todo, lo bueno y lo malo para transformarnos y guiarnos en nuestro camino. El Señor da y quita. Bendito sea el Señor.

domingo, 8 de diciembre de 2013

MÁS QUE SUFICIENTE

Salmo 103:1-11 … el [Señor] te corona de favores y misericordias. —Salmo 103:4 Una vez, invité a varias personas a mi casa, y temí que el menú que había planeado no fuera suficiente para todos. Sin embargo, no tendría que haberme preocupado. Inesperadamente, algunos amigos hicieron sus aportes y todos pudimos disfrutar la sorpresa adicional. Tuvimos más que suficiente y pudimos compartir de la abundancia. Servimos a un Dios que es permanentemente «más que suficiente». Podemos ver su naturaleza generosa en su manera de amar a sus hijos. En el Salmo 103, David enumera la gran cantidad de beneficios que nuestro Padre nos concede. El versículo 4 declara que libra nuestra vida de la destrucción y que nos corona de favores y misericordias. El apóstol Pablo nos recuerda que Dios «nos ha bendecido con toda bendición espiritual» y que «es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Efesios 1:3; 3:20). Por su gran amor, somos llamados hijos de Dios (1 Juan 3:1), y su gracia nos da «siempre en todas las cosas todo lo suficiente» para que «[abundemos] para toda buena obra» (2 Corintios 9:8). El amor y la gracia de Dios que se han derramado en nuestra vida nos capacitan para compartir estas cualidades con los demás. ¡El Dios de poder y provisión es siempre el Señor del «más que suficiente»! —CHK Siempre tenemos suficiente cuando Dios es nuestro proveedor.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA GRATITUD EN LA BIBLIA

“DAD GRACIAS EN TODO…” (1 Tesalonisences 5:18) Pablo estaba en prisión cuando escribió: “Dad gracias en todo…”. Él comprendió que la gratitud es una elección diaria que cambia y alegra la vida. Si no lo haces, pierdes el gozo de una vida a nivel superior. Sencillamente, la gratitud es la actitud que marca la “altura” de vida. Desdichadamente, muchos de nosotros elegimos un tipo de vida inferior. Es un enfoque de vida que se arrastra, se lamenta, y trata de pasar inadvertido por debajo del alcance del “radar” de la esperanza. Es un tipo de vida bajo y sucio, ambiguo, desalentado, depresivo, desagradecido, quejumbroso y negativo. Y todos hemos estado allí. Pero hay otro tipo, un tipo de “altitud” superior, allí arriba donde el aire es limpio, el sol brilla y el futuro es tan radiante como las promesas de Dios. Esta vida “vuela muy alto” y se niega a centrarse en lo negativo. Si alguna vez has “volado” por allí, entonces sabes que es donde quieres pasar cada día. Matthew Henry, el famoso erudito de la Biblia, vivió de esa manera. Hace más de doscientos cincuenta años escribió estas palabras en su diario después de que le hubieran robado todo el dinero que tenía: “Quiero ser agradecido porque: en primer lugar, nunca antes me han robado; en segundo lugar, aunque se hayan llevado mi cartera, no se han llevado mi vida: en tercer lugar, aunque se apropiaron de todo lo que tenía, no era mucho; en cuarto lugar, fui yo el robado y no el que robó”. ¡Menuda actitud victoriosa! Ya que la gratitud es una elección, contesta a esta pregunta: ‘¿Soy una persona agradecida?’. Si no te gusta la respuesta, ¡haz algo al respecto! Fuente: www.devocionalescristianos.org

martes, 3 de diciembre de 2013

ESCUCHA Y RESPONDE

Salmo 66:10-20 Mas ciertamente me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica. —Salmo 66:19 Una semana después de la muerte de C. S. Lewis, en 1963, colegas y amigos se reunieron en la capilla de Magdalen College, en Oxford, Inglaterra, para recordar al hombre cuyos escritos habían encendido las llamas de la fe y la imaginación tanto en niños como en eruditos. Durante la reunión de conmemoración, un amigo íntimo de Lewis, Austin Farrer, señaló que Lewis siempre enviaba una respuesta personal manuscrita a todas las cartas que recibía de los lectores en el mundo entero, y agregó: «Su actitud característica hacia las personas en general era de consideración y respeto. Tenía la gentileza de atender a tus palabras». En ese sentido, Lewis reflejaba la destacada atención que Dios presta a lo que le decimos en oración. Durante un tiempo de gran dificultad, el escritor del Salmo 66 clamó a Dios (vv. 10-14). Más tarde, alabó al Señor por haberlo ayudado: «Mas ciertamente me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica» (v. 19). Cuando oramos, el Señor escucha nuestras palabras y conoce nuestro corazón. Sin duda, podemos expresar con el salmista: «Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia» (v. 20). Nuestras oraciones se convierten en la avenida a una relación más profunda con Él. En todo momento, aun en las horas de mayor necesidad, Él atiende a nuestras palabras. Dios siempre nos presta atención.

lunes, 2 de diciembre de 2013

PRIMERAS IMPRESIONES

1 Samuel 16:1-7 … pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. —1 Samuel 16:7 Un día, mientras compraba en un supermercado, una persona me consideró un ladrón, mientras que otra pensó que era un héroe. Cuando salía del edificio, un empleado dijo: «Disculpe, señor. Hay muchos artículos en su carro que no están embolsados». Evidentemente, esa es una estrategia de quienes roban en las tiendas. Cuando vio que eran productos demasiado grandes para poner en las bolsas, se disculpó y me dejó seguir mi camino. En el estacionamiento, una mujer miró de reojo mi gorro deportivo bordado en dorado y lo confundió con un sombrero militar. Entonces, exclamó: «¡Gracias por defender nuestro país!». Y después, se fue. Tanto el empleado del supermercado como la mujer en el estacionamiento hicieron conclusiones apresuradas sobre mí. Es fácil formar opiniones basadas en las primeras impresiones. Cuando Samuel tuvo que elegir de entre los hijos de Isaí al siguiente rey de Israel, también juzgó según sus primeras impresiones. Sin embargo, el elegido de Dios no era ninguno de los hermanos mayores. El Espíritu le señaló a Samuel: «No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura» (1 Samuel 16:7). El Señor escogió a David, el menor, cuyo aspecto no se parecía en nada al de un rey. Dios puede ayudarnos a ver a las personas a través de sus ojos, porque «el Señor no mira lo que mira el hombre; […] el Señor mira el corazón» (v. 7). A menudo, las primeras impresiones llevan a conclusiones equivocadas.