jueves, 28 de agosto de 2014

NO NOS VAYAMOS TRISTES

Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Marcos 10:21-22 ¿Qué nos falta para ser felices? ¿Un trabajo mejor, otra vivienda o un teléfono nuevo? No, ¡eso nunca será suficiente! ¿Una buena salud, un cónyuge agradable o unos amigos atentos? ¡Eso tampoco será suficiente! La verdadera felicidad está relacionada con la vida eterna. Un hombre muy rico preguntó a Jesús cómo obtener la vida eterna, y él le respondió: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes… y ven, sígueme”. ¡Para obtener lo que le faltaba, ese hombre debía deshacerse de lo que tenía! Para obtener la vida eterna, debía seguir a Jesús. El hombre que hizo esta pregunta no respondió al llamado de Jesús, y se fue triste. La publicidad transmite un trágico error muy común: trata de hacernos creer que la felicidad está ligada a los bienes materiales. ¡Pero es falso! Además, si nos aferramos a esos bienes, nuestro corazón correrá el riesgo de cerrarse a Dios. Para seguir a Jesús y gozar junto a él la felicidad que anhelamos, debemos desprendernos interiormente de nuestros bienes, tanto materiales como culturales, de todo lo que nos estorba o nos impide seguir al Señor. Pero, ¿dónde hallar el deseo y la fuerza para hacerlo? En el llamado de Jesús para seguirle, en su amor que nos atrae hacia él. El que mediante la fe responde afirmativamente al llamado de Jesús halla una paz y una felicidad más profunda y grande que todas las alegrías de este mundo. Nace de nuevo y vive del amor de Cristo, para seguir sus pisadas sirviéndole cada día con humildad.

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