jueves, 16 de octubre de 2008

UNA COSA IMPOSIBLE PARA DIOS

Se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. (Lucas 22:43-44)

En Getsemaní, el Señor Jesús dijo a su Padre: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa” (Marcos 14:36).”Esta copa” era la ira de Dios que el Salvador iba a tener que soportar. Jesús no pidió que se le permitiera escapar de la muerte. ¿No había venido “para dar su vida en rescate por muchos”? (Marcos 10:45). Si dirigía “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librar de la muerte” (Hebreos 5:7), era para pedirle que le sacara de la tumba a la cual estaba decidido a bajar. ¡Dios le escuchó y le resucitó! Pero a Dios le era imposible ahorrarle los sufrimientos de la expiación. ¿Por qué? Porque nos amaba, porque quería salvarnos y esa salvación tan grande no podía cumplirse de otra manera. Consintió en separarse de su amado Hijo colocado bajo el juicio más horroroso y absoluto.
Dios “no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32). Fue necesario que el Señor Jesús atravesara esa terrible hora del juicio, cuya sola perspectiva le llenaba de horror. “Comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Marcos 14:33-34).
Semejante amor ¿nos dejará insensibles?

Tu amor no rehusó
Beber amarga hiel;
Ni aun la muerte lo venció:
Amor probado y fiel.

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