viernes, 10 de octubre de 2008

NO TENIA ÁNIMO

La gracia de Dios se ha manifestado para la salvación a todos los hombres. (Tito 2:11)

Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1 Timoteo 2:3-4)

Algunas visitas y el vaivén de las enfermeras le traían un poco de distracción al internado en un hospital. Pero cuando llegaba la noche, la inquietud se apoderaba del enfermo. ¿Qué pasaría a la noche? ¿Qué le depararía la mañana? ¿Volvería siquiera a ver la mañana? Se decía, al hablar de él: -Sabe usted, no tiene ánimo. De día, él pensaba menos en temas serios, pero de noche tenía tiempo para reflexionar: A pesar de todo, ¡habría un Dios a quien quizás habrá que rendir cuentas alguna vez, o pronto! Esta prodigiosa creación no puede haberse hecho sola y por casualidad. Los mundos que gravitan en el espacio, la semilla que al caer en tierra se disuelve para dar una nueva planta y precisamente según su especie, el canto de los pájaros o el perfume de las flores… Sí se debe concluir: hay un Dios.
Pero, entonces, si he de encontrar a ese gran Dios, yo, un pecador, ¿qué debo hacer para ser salvo? Y Dios le contesta por medio de la Biblia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:30-31).
Él está siempre en la misma cama de hospital, pero, merced a ese saludable progreso espiritual, su ánimo ha cambiado y todos se dan cuenta de ello. Cualquiera sea el mañana, ahora puede alegrarse gracias a Aquel a quien conoce como su Salvador.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. (Santiago 1:2-4)

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