martes, 8 de julio de 2014

EL SEÑOR QUIERE DECIRTE LO QUE TE FALTA PARA HEREDAR LA VIDA ETERNA

Marcos 10:17-31 (Mt. 19.16-30; Lc. 18.18-30) 17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, !!cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26 Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27 Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. 28 Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros. ¿Qué nos falta para ser felices? ¿Un trabajo mejor, otra vivienda o un teléfono nuevo? No, ¡eso nunca será suficiente! ¿Una buena salud, un cónyuge agradable o unos amigos atentos? ¡Eso tampoco será suficiente! La verdadera felicidad está relacionada con la vida eterna. Éste hombre muy rico preguntó a Jesús cómo obtener la vida eterna, y él le respondió: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes… y ven, sígueme”. ¡Para obtener lo que le faltaba, ese hombre debía deshacerse de lo que tenía! Para obtener la vida eterna, debía seguir a Jesús. El hombre que hizo esta pregunta no respondió al llamado de Jesús, y se fue triste. La publicidad transmite un trágico error muy común: trata de hacernos creer que la felicidad está ligada a los bienes materiales. ¡Pero es falso! Además, si nos aferramos a esos bienes, nuestro corazón correrá el riesgo de cerrarse a Dios. Para seguir a Jesús y gozar junto a él la felicidad que anhelamos, debemos desprendernos interiormente de nuestros bienes, tanto materiales como culturales, de todo lo que nos estorba o nos impide seguir al Señor. Pero, ¿dónde hallar el deseo y la fuerza para hacerlo? En el llamado de Jesús para seguirlo, en su amor que nos atrae hacia él. El que mediante la fe responde afirmativamente al llamado de Jesús halla una paz y una felicidad más profunda y grande que todas las alegrías de este mundo. Nace de nuevo y vive del amor de Cristo, para seguir sus pisadas sirviéndole cada día con humildad.

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