sábado, 19 de julio de 2014

AY DE MI SINO GUARDARE UNA SALVACIÓN TAN GRANDE

(Jesús dijo a la mujer Tus pecados te son perdonados. Lucas 7:48 Tu fe te ha salvado, ve en paz. Lucas 7:50 (Lea Lucas 7:36-50) Simón, un hombre muy religioso, había invitado a Jesús a su mesa. Durante la comida una mujer conocida por su mala conducta entró en la casa. Y llorando regaba los pies de Jesús con sus lágrimas. ¡Sin duda lágrimas de arrepentimiento! También derramó a sus pies un frasco de perfume, como prueba del honor y del aprecio que quería demostrar a Jesús. ¡Qué conmovedora escena! No habló, pero manifestó un sincero arrepentimiento y un amor que respondía a la gracia del Salvador. Lo que esta mujer hizo es lo que el Señor aprecia. Ella era consciente de la gran deuda que tenía con Dios y fue a Jesús con un corazón quebrantado y humillado (Salmo 51:17). ¡Qué contraste con la actitud de Simón! Antes de hablar a la mujer, el Señor tuvo que decirle “una cosa” (v. 40), pues conocía sus pensamientos secretos. Le explicó que esta mujer, a quien Simón miraba con menosprecio, en realidad lo había superado por su arrepentimiento, su fe y su amor (ver Mateo 21:31). Podríamos escuchar nuestro nombre en lugar del de Simón: «Una cosa tengo que decirte a ti también. Tal vez te compares a otros que no tienen tan buena reputación como tú, y te sientas privilegiado, pero lo que cuenta a mis ojos es el amor que se me manifiesta, las pruebas de ese amor». Jesús dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados” (v. 48). ¿Hemos escuchado, personalmente, tal afirmación? Puedo apropiarme plenamente de ella cuando miro al Señor, muerto en la cruz, pero vivo en el cielo e intercediendo por mí.

No hay comentarios: