sábado, 26 de julio de 2014

CÓMO Y EN QUIÉN HAY QUE TENER ESPERANZA

Él creyó en esperanza contra esperanza. Romanos 4:18 Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida… Dios… nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará. 2 Corintios 1:8-10 La depresión es una prueba muy dolorosa. Esta enfermedad puede alcanzar, un día u otro, a cualquiera de nosotros. También podemos pasar por períodos de gran desánimo. La Biblia nos muestra el ejemplo de Job, cuya vida estuvo caracterizada por una buena relación con Dios. Defendía a los pobres, se ocupaba de los miserables y seguía la justicia (Job 29). “Era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (cap. 1:1). Sin embargo, le sobrevino una prueba tras otra. Repentina y brutalmente perdió todos sus bienes, y peor aún, todos sus hijos, luego fue azotado por una terrible enfermedad, sin comprender por qué le sucedía todo esto. Abandonado por sus familiares e incomprendido por sus amigos, pudo decir: Dios “ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado” (cap. 19:10). Pero también clamó: “Yo sé que mi Redentor vive” (cap. 19:25). A pesar de tener grandes luchas, no dudó de Dios. Y Dios empleó ese tiempo de prueba para revelarse de una manera más íntima, más profunda (cap. 42:5). Amigos cristianos, si pasamos por momentos de desánimo, o incluso de desesperación, no perdamos nuestra confianza en Dios. Descansemos en la misericordia insondable del Señor y en sus promesas inmutables. Él es el “que nos amó” (Apocalipsis 1:5).

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