lunes, 14 de julio de 2014

COMO SER UN CRISTIANO LIBRE

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:31-32 La libertad es una de nuestras mayores preocupaciones, pero no olvidemos que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. En efecto, si cada uno vive como bien le parece, pronto llegará la catástrofe. ¡Cuántas obligaciones, e incluso daños, se imponen a los demás bajo el pretexto de la libertad! En el mundo laboral, por ejemplo, el rendimiento que los accionistas exigen a las empresas puede esclavizarlas. ¿Dónde podemos hallar ese marco de respeto al prójimo y los límites al ejercicio de la libertad? Muchos se imaginan que el cristianismo es una serie de «deberes» como: ir a la iglesia, confesarse, dar ofrendas, casarse, ser fiel… ¡Cuántas obligaciones! Entonces, ¿en qué nos hace libres el hecho de ser cristianos, como lo afirma Jesús? La libertad cristiana no consiste en elegir entre una serie de reglas de conducta. Surge de lo siguiente: al ser liberados de la esclavitud del pecado, podemos vivir tratando de agradar a Dios, siguiendo a Jesús quien, aunque no tenía pecado ni obligaciones que cumplir, no buscó agradarse a sí mismo, sino que pudo decir: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Mostró una libertad generosa y atenta, buscando sin parcialidad el bien de los que lo rodeaban. La verdadera libertad que Jesús promete a los que creen en él y le siguen es el ser libre de rechazar lo que lo deshonra, lo que daña al prójimo como a sí mismo; y –en la misma actitud de gracia que él– el ser libre de amar incluso a nuestros enemigos.

No hay comentarios: