viernes, 1 de agosto de 2008

VIDA Y SUJECION

La iglesia primitiva no tenía un libro de doctrina, ni siquiera el Nuevo Testamento. ¡Pero era la iglesia verdadera! Estaba sujeta a la Cabeza, cada uno reconocía a Cristo como el Señor de su vida, y tenía la vida del Cuerpo. ¿Cómo sabían ellos, entonces, si alguien pertenecía a la iglesia de Cristo o no? Precisamente por estos dos factores: vida y sujeción. Son las dos cosas que indican que pertenezco a la iglesia.
A continuación veremos algunos aspectos prácticos de lo que es la verdadera iglesia. Para ellos consideremos el capítulo 2 del libro de Los Hechos. Allí hay una iglesia que verdaderamente funciona como la iglesia de Cristo dentro de una ciudad, por que expresa y vive el reino del Señor.
Aunque estamos hablando de la iglesia en conjunto, es bueno individualizar un poco. Porque, generalmente, al referirnos a ella, decimos: “Sí, es cierto, la iglesia debería ser así…” Pero, ¿quiénes forman la iglesia? ¿No está compuesta por cada uno de nosotros? ¡Por supuesto que sí! De modo que si la iglesia no anda, es porque tú no andas, y porque yo no ando. No hablemos, pues, de ella como algo ajeno a nosotros mismos, y de sus problemas como de los problemas de alguna institución extraña a nuestra vida.
Por lo tanto, yo quisiera particularizar un poco y decir: la verdadera iglesia es aquella en la cual cada uno de los miembros está respaldando, de palabra y de hecho, cuatro expresiones de vida que se ven en la iglesia primitiva y que vamos a considerar en los párrafos siguientes.

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