lunes, 21 de julio de 2008

EL IDIOMA DE LAS TINIEBLAS

De acuerdo al idioma que uno hable, o cómo lo hable, podemos identificar su procedencia, si es francés, japonés o argentino, por ejemplo. Todo el día estamos hablando, desde que despertamos a la mañana hasta que nos acostamos; con todos y a cada momento. De modo que el idioma que hablamos es algo muy importante. El idioma que hablo evidenciará a qué reino pertenezco, pues, tanto el reino de las tinieblas
Como el de la luz tiene cada uno su propio lenguaje.
La queja es el idioma del reino de las tinieblas. ¿Qué lenguaje se habla en el infierno? Pues, la queja. Allí todo es gemido, lamento y queja. ¡Ese es su idioma!
Todos estamos en la tierra como peregrinos. Nuestra patria eterna será el cielo, o el infierno. Al pasar por este mundo, la gente observa el idioma que hablamos y descubre de qué lugar somos y hacia dónde vamos. En nuestra casa, en nuestro taller, en nuestra oficina, en nuestra escuela, en todas partes. ¿Qué idioma hablamos? Nuestra manera de hablar delata también quién está reinando en nuestro corazón.
La queja es el idioma del pueblo derrotado, fracasado, del pueblo que vive en las tinieblas, en la confusión, en la desorientación, en la perdición. Cuando dos ejércitos regresan de la batalla, ¿cómo vuelven los derrotados? Tristes, cabizbajos, quejándose, rezongando, lamentando.
En ciertas ocasiones, al pasar cerca de algún estadio de futbol, vemos regresar a los simpatizantes de dos equipos rivales. No necesito preguntar qué equipo ganó. Me doy cuenta por las quejas de los simpatizantes cual es el equipo perdedor. Ya que éstos vuelven quejándose e insultando etc. El idioma que hablan los identifica.
La queja es el lenguaje del infierno. Si pudieras hacer un viajecito al infierno y volver luego, nos dirías: “Allí se quejan todos. Continuamente. Son lamentos interminables.”
Pero, vemos ahora qué idioma hablan los que, estando en este mundo, viven en el reino de las tinieblas. Si pusieras atención, al menos por un día, el lenguaje de la gente, quedarías sorprendido.
Por ejemplo: Una mañana, salimos de nuestra casa y nos encontramos en el pasillo con nuestra vecina.
-Buenos días, señora.
-Buenos días, Goyo – me responde ella.
-¿Cómo está usted?
-Bien gracias… pero esta chica, ¡mire, qué manera de limpiar! Dejó el pasillo sucio. No sé para qué le pagamos. ¡Estas chicas de hoy ni siquiera saben limpiar! Es que no tienen vergüenza…
¿Qué idioma habla? La queja.
Caminamos dos o tres cuadras y saludo a otro vecino.
-Buenos días don José, ¿Qué tal?
-Bien, bien… Pero mire los que juntan los residuos, donde me dejaron el recipiente de la basura. ¡Mire! Pero, ¿será posible? ¡Todos los días lo mismo! ¿Para qué trabaja esta gente?
Y sigue quejándose, diciendo algunas otras cosas que no sería edificante reproducir.
Llegamos a la parada del ómnibus. Hay otra persona esperando antes que yo. Se mueve nerviosamente.
-¡Este colectivo no viene nunca! Y la hora que es… -(habla solo, caminando de un lado a otro)- Yo no sé… Nunca se puede confiar…No sé para qué ponen una línea si no tienen suficientes vehículos…
Queja y más queja.
Finalmente, llega el colectivo. Sube él y luego yo. El colectivo arranca, y justo se enciende la luz roja del semáforo. El colectivero se ve obligado a frenar. Esta vez, comienza a hablar el chofer:
-¡Pero estas luces! ¡En vez de ayudar al transito, lo estorban! ¡A esta hora debería poner paso libre! ¿Qué barbaridad! ¿Cuándo aprenderán a hacer las cosas bien?
-Luz verde. Reanudamos el viaje. Una mujer grita desde atrás:
-¡En la próxima esquina, chofer! –pero el chofer se pasa de la esquina.
-Chofer, ¡le dije, en la esquina! –dice la mujer disgustada.
-En esa esquina no hay parada, señora.
-¿Cómo que no hay parada.
-Sí, que hay parada.
-No, señora.
-¡Sí!
Al final se baja, y desde la vereda le grita:
-Ustedes los colectiveros son todos iguales. ¡No tienen vergüenza!
Bajo del colectivo, busco un teléfono público. Hay un hombre hablando en la cabina, y otro esperando. El que habla lo hace tranquilamente; el otro evidencia impaciencia y malestar. No sabe qué hacer. Ya está furioso. Le escucho decir algunas frases a media voz…
-¿Cuándo va a terminar éste? ¿Se cree dueño del teléfono? ¿Por qué no se comprará uno para él solo?
Por fin el hombre se va.
-Era tiempo que terminara, ¿no?
Introduce la ficha y disca…
-¡Ocupado! Pero…
Insiste, y ¡otra vez ocupado!
-No sé qué hace esta gente. ¡Siempre da ocupado!
Y siguen las quejas. Es su idioma. Y si el aparato le llega a tragar la ficha, ¡mejor taparse lo los oídos!
Muchas veces el clima es el blanco de nuestras quejas: “¡Qué tiempo!, ¿no? ¡Ufa! ¡Qué calor!... ¡Qué frío hace!... ¡Ya se nubló otra vez!... ¡Empieza a llover! ¡Cuando no, otra vez lloviendo!...”
Pregunto, ¿qué quieres? ¿Qué nunca haga calor, que nunca haga frío, que nunca llueva? El problema no es por lo que pasa afuera, sino por lo que reina adentro.
Abre la puerta y entra en su casa. Si pudieras convertirte en un personaje invisible, mejor. Porque cuando un extraño entra a una casa todos se vuelven muy amables. “OH, buenas tardes… ¡Pase! ¿Cómo le va?... ¿Y su familia?... Mamita, ¿por qué no preparas algo para tomar? “Por eso digo, si pudieras entrar sin que nadie lo advierta, para que todo siguiera desarrollándose normalmente, ¿Qué es lo que verías? ¿Qué idioma se habla en la casa?
El hijo se queja contra la madre: -Mamá, ¡cuántas veces te dije que necesito un pantalón, y no me lo compras! ¿Por qué a él se lo compraste y a mí no?
La madre se queja contra el hijo: -Nene, ¡a comer! ¿Cuántas veces te tengo que llamar? ¿Qué soy yo, tu sirvienta? ¡Ah, y después, cuélgate la ropa! ¡Qué te crees!
La esposase queja contra su marido: -Hay una canilla que gotea. ¡Hace quince días que te lo estoy diciendo, y todavía no la arreglaste!
El marido contra la mujer: -Y, ¡otra vez hiciste guiso! Todo el día trabajando, ¿y tener que venir a casa a comer un plato de guiso?
-Hay tinieblas adentro, y de la abundancia del corazón se queja la boca.

1 comentario:

mesías dijo...

Los ángeles y los demonios hablan el mismo idioma, cuando un ángel o un demonio están apostados en cualquier país, pueden hablar el idioma de esa tierra, no necesariamente por que lo dominen, sino porque están concentrados y el poder los capacita para entender y comunicarse en esa lengua. Cuando no están concentrados y se hallan en estado normal, solo pueden utilizar su propio idioma, es la ley de Dios, para que que un ángel o un demonio puedan dominar otro idioma como propio, es estudiándolo, y lo pueden hacer más rápido que un humano, porque pueden estudiar más tiempo con menos cansancio, pero este es el caso de la minoría, ya que mayormente no les gusta estudiar.
Solo hay otra forma, y es si Dios eleva una lengua a idioma oficial, en este caso por obra y poder de Jehová todos pueden hablar ese idioma como propio, así sucedió con el hebreo, ya que el único idioma que se usaba de manera extendida y oficial era el angelical.
Cuando Jesús ascendió al cielo el hebreo junto al angélical pasaron a ser los idiomas oficiales. Los demás solo estaban y están permitidos dentro de los recintos.
Fué el hebreo y no el arameo que era el que hablaba Jesús, el que se escogió, por la sencilla razón de que Jehová, no admite dialectos, aunque Jesús le dio la misma importancia, Dios siempre ha sido firme en este asunto.
A partir del año 2001, el hebreo fué destituido, y en su lugar fué reemplazado por una versión del español más culto y puro que el actual.