sábado, 17 de mayo de 2008

ESCLAVOS DE JESUCRISTO

Pablo declaró: “Yo también soy un esclavo, aunque no de los hombres. Tengo un Señor: soy esclavo de Jesucristo, por amor del cual lo he perdido todo y lo tengo todo por basura para ganarle a él. El es mi Señor. “Pablo se comportaba ante su Señor tal como un fiel esclavo frente a su Señor. Aun desde el primer día de su conversión. Recordemos cuáles fueron sus primeras palabras cuando se rindió a él. Cayendo al suelo, temblando y temeroso, dijo: Señor ¿qué quieres que yo haga? Lo dijo el mismo instante de su conversión, pero también siguió repitiéndolo cada día, cada momento de su vida.
El Señor respondió; Levántate y entra en la ciudad. Y Pablo se levantó para hacer exactamente lo ordenado por su Señor. Alguna vez oraste diciendo: “Señor, ¿qué quieres que haga? “Todos lo hemos hecho, pero ¿cuál es la diferencia entre Pablo y nosotros? Que mientras él obedecía en todo, nosotros nos levantamos de las rodillas para hacer lo que queremos.
En esa época, cuando un esclavo escribía una carta, debía firmarla con su nombre y agregar. “esclavo de…”, colocando allí el nombre de su amo. Las cartas no se firmaban al final, como ahora, sino al principio. En cierto aspecto era mejor, porque hoy al recibir una carta lo primero que hacemos es dar vuelta la hoja para ver quién la firma. Recién entonces comenzamos a leerla. Por ejemplo, si alguien llamado Juan era esclavo de un tal Andrés, a Fulano de Tal le saluda etc.….”. Notemos como firmaba Pablo sus cartas. Filipenses 1:1: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo… En griego dice más que siervos, dice esclavos. He aquí la firma. Y Pablo no la falsifica; está diciendo la verdad. Ellos eran esclavos de Jesucristo.

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