sábado, 21 de junio de 2014

TU CRUZ ES MI LUZ

El Verbo era Dios… En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 1:1, 4-5 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16 Hoy es 21 de junio. En el hemisferio Norte es el día en que la luz brilla con mayor intensidad y que tiene la máxima duración. En el hemisferio Sur eso ocurre el 21 de diciembre. ¿Sabía que existe una luz más grande todavía? Esta luz es una persona, Jesucristo, “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9). Se trata de una luz moral, espiritual, que resplandece en la persona de Cristo, revelado en el mensaje del evangelio, la buena nueva. ¿Brilla en nuestro corazón? ¿Resplandece en nuestra vida, o más bien huimos de ella porque pone al descubierto lo que somos? ¿Cómo puede brillar? No mediante una aureola, sino a través de nuestro comportamiento. “En él (Jesús) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4). Viendo vivir a Jesús, escuchando sus palabras, los que estaban a su alrededor eran iluminados, percibían cuál era la apreciación de Dios sobre todo lo que el hombre esconde. Eran puestos en contacto con la luz y el amor de Dios. Ahora, los que creen en Jesucristo, mediante la fe pueden reflejar algo de la luz y del amor divinos al perdonar a los que les hacen daño, al amar a sus enemigos, al orar por ellos, al hacer bien a todos y al abstenerse de toda forma de mal (1 Tesalonicenses 5:22). El verdadero cristianismo no es una serie de reglas morales, sino una vida que se ve, que actúa, que ama y que esparce la luz.

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