viernes, 11 de abril de 2008

VIVIR POR MEDIO DE LA FE

El problema es que la mayoría de nosotros, en realidad, no confía en que Dios hará lo que ha prometido en la Biblia. La Biblia dice: “El justo por la fe vivirá” y “sin fe, es imposible agradar a Dios”. Por lo tanto, el objeto de nuestra fe, es Dios mismo. Una vez que entendamos quién es Dios (que no sólo es santo y justo, sino que amoroso, perdonador, sabio y misericordioso), no tendremos ninguna dificultad en confiar en El sin reserva ni vacilación alguna.
La Biblia nos dice que Dios nos ama incondicionalmente. En otras palabras, no importa lo que hayamos hecho a sus espaldas (o en su presencia). El nos ama. Si entendemos esto, podremos pedirle Su perdón y confiarle nuestra vida total y completamente.
Muchas personas temen a Dios. Lo ven como una especie de “súper-gendarme”, un enorme agente policíaco que está escondido detrás de una nube, con un aparato de radar espiritual, atento a atraparlas en el acto de desobedecer la ley y castigarlas. Debido a esto, no están dispuestas a entregarle por completo sus vidas, por temor a que les ponga grilletes y las condene a trabajos forzados. Piensan que es mejor mantenerse lo más lejos posible de Dios.
Tal vez hayas tenido los mismos sentimientos con respecto a Dios.
Quizás pensaste que si dabas tu vida a Jesucristo, Dios te llevaría a un campo de concentración y te molería a palos. Nada más lejos de la verdad. Es lugar de hacernos prisioneros, la fe en Cristo nos libera.
Me gusta el ejemplo que emplea el Dr. Bill Bright, fundador de la Cruzada Estudiantil para Cristo. Dice: “Mi esposa y yo tenemos dos hijos ya adultos, Zac y Brad. Supongamos que, de niños, al regresar yo de un viaje, me recibieran con estas palabras: Te amamos.
Te extrañamos. Estamos muy emocionados porque te encuentras de vuelta en casa. Hemos estado conversando y hemos decidido que haremos lo que tú quieras. Desde ahora en adelante, tú darás las órdenes y nosotros obedeceremos sin discusión. Queremos complacerte.
¿Cómo creen que hubiera reaccionado ante las expresiones de amor de mis hijos hacia mí? Pregunta el Dr. Bright. “Si hubiera reaccionado como mucha gente cree que reaccionaría Dios si le dijeran: Señor, haré todo lo que tú me mandes. Iré donde tú quieras que vaya, entonces los habría tomado de los hombros, les habría clavado una mirada malévola y habría dicho: “He estado esperando que dijeran eso. Ahora haré que se arrepientan, hasta el último día de su existencia, de su decisión de confiar en mí. Borraré toda la alegría de su vida. Me encargaré de hacerlos infelices por el resto de sus vidas”.
“No, no habría reaccionado así. Los habría estrechado con mis brazos, y les habría dicho: Zac, Brad, yo también los amo y quiero responder a su fe en mí. Quiero ser un mejor padre para ustedes. Quiero hacer todo lo que puedo para ayudarlos a llevar una vida plena y con propósito”.
¿Crees que Dios haría menos por ti? Recuerda. El te ama con amor inagotable. Envió a su único Hijo a que muriera por ti y pagara el castigo de tu pecado. El desea bendecirte. Desea darte fuerza para vivir, pero no puede bendecirte a menos que confíes en El y lo obedezcas, a menos que estés dispuesto a vivir por medio de las fe.
A medida que expreses fe en ese Dios infinito y hagas uso de Sus inagotables recursos, empezarás a vivir la vida abundante que Jesús vino a darnos.
“Hermano, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado, pero una cosa hago: olvidando por completo lo que quedó atrás, y extendiéndome hacia lo que está adelante prosigo hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

COMO SEGUIR CRECIENDO

Convertirse en cristiano es tan sólo el comienzo de una vida nueva y maravillosa. Dios rara vez se lleva al cielo a las personas en cuanto se vuelven cristianas. Tiene tareas para nosotros aquí en la Tierra.
“Volver a nacer” es como salir del cascarón. Mucho antes de que nacieras, antes, incluso de tu concepción, Dios te tenía a ti en mente.
Desde el principio, el Creador ha reservado para ti un propósito definido que deberás cumplir en la Tierra, y en la eternidad. Sin embargo, nunca conocerás ni cumplirás ese maravilloso propósito si no creces como cristiano. No basta salir del cascarón. Es menester que vueles.
En cierta ocasión el filósofo danés Soren Kierkegaard contó una historia acerca de una bandada de gansos de corral. Todos los domingos los gansos se reunían cerca del comedero. Uno de ellos, “un ganso predicador”, se encaramaba con dificultad en la cerca y hablaba a sus congéneres acerca de las glorias del reino de los gansos. Les recordaba lo maravilloso que era ser ganso y no gallina o pavo. Les hacía ver que poseían una gran herencia, y les hablaba de las maravillosas posibilidades que les deparaba el futuro.
A veces, mientras él predicaba, sobrevolaba el corral alguna bandada de gansos silvestres que se dirigía hacia el sur, a más de mil metros de altura y formaban una V, por sobre el mar Báltico, rumbo a la soleada Francia. Siempre que esto sucedía, todos los gansos alzaban la vista, emocionados, y comentaban: “Así es como somos. Nuestro destino no es pasar toda nuestra vida en este corral maloliente. Nuestro destino es volar”.
Pero luego desaparecían de su vista los gansos silvestres, al mismo tiempo que sus graznidos resonaban en el horizonte. Entonces, los gansos de corral contemplaban las comodidades que los rodeaban, suspiraban y volvían al fango y a la suciedad del corral.
Jamás volaron.
Es triste reconocerlo, pero en el Reino de Dios existen muchas personas que prefieren quedarse en el corral en lugar de extender sus alas y aprender a volar. Dios tiene un propósito para TI.
La salvación, en su sentido más elevado, es el proceso de convertirte en la persona que realmente eres en la mente de Dios.
La conversión, el volver a nacer, es un acontecimiento. Sólo sucede una vez. Es la experiencia de salir de la oscuridad hacia la luz, de la muerte hacia la vida. La salvación, en cambio, es un proceso. Empieza con la conversión y continúa hasta que quedas transformado plenamente en la imagen de Jesucristo.

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