lunes, 21 de abril de 2008

COMO LOGRAR QUE LA BIBLIA FORME PARTE DE TU VIDA

Supongamos que estás planeando un viaje. Haces cuidadosamente las valijas, quizás pidas que te suspendan la entrega del periódico, incluso haces revisar el automóvil y organizas a la familia. Te ocupas de todos los detalles necesarios, salvo uno: se te olvida conseguir un mapa de carreteras.
Como tienes prisa por llegar a tu destino, te subes al automóvil y empiezas a conducir. En que dirección enfilas: norte, sur, este u oeste? ¿Tiene acaso importancia?
Puesto que piensas que vas en la dirección correcta, sigues conduciendo. Eres como aquel chofer de autobús que, después de un día de ardua labor, se dio vuelta hacia los pasajeros y anunció: “Señores y señoras, tengo buenas noticias y malas noticias”.
La mala noticia es que nos hemos extraviado y no tengo la más mínima idea de donde nos encontramos. La buena es que ¡estamos muy adelantados!”.
Muchas personas se embarcan en un viaje cristiano de esta manera. Les emociona tanto su progreso, que se pierden en el camino. Están concentradas en llegar a su destino que pasan por alto los pasos básicos que deben cumplir para llegar allí. En otras palabras, hacen caso omiso del Manual de Instrucciones fundamental, la Palabra de Dios, que contiene los principios por medio de los cuales vivimos y morimos.
En este capítulo quiero darte algunos consejos prácticos y útiles sobre el estudio de la Biblia, los cuales te facilitarán el viaje.

¿POR DONDE EMPEZAR?

Primero, todo lo que necesitas saber acerca de la fuerza para vivir se encuentra en este Libro. En sus páginas están las instrucciones de Dios sobre cómo criar a tu familia, cómo tratar a tu esposa o a tu esposo (sea cristiano o no), cómo comer, como rendir culto… en pocas palabras, todo lo que necesitas saber acerca del dinero, del trabajo, del temor, del dolor, de la sexualidad y de la muerte. Cualquier problema que se te pueda presentar, encuentra su solución en la Biblia.
Empieza por reconocer que, aunque la Biblia es toda una biblioteca de 66 libros, es también un solo libro. En Génesis encontrarás el principio, y en Apocalipsis descubrirás como termina todo. Y desde el Éxodo (el segundo libro) hasta Judas (el penúltimo) verás cómo realizó Dios Su propósito. No puedes pasar por alto ninguna de las partes.
El Antiguo Testamento establece los cimientos; el Nuevo Testamento es la superestructura. De nada sirven los cimientos si no se construye un edificio sobre ellos. Es imposible construir un edificio a menos que existan los cimientos, y no tiene sentido hacerlos si no hay una superestructura. Por lo tanto, el Antiguo y el Nuevo Testamento tienen igual valor.
La Biblia es un libro, una historia, una narración. La historia de El. Detrás de cada suceso se levanta Dios, el constructor de la historia, el creador de los tiempos.
En su versión original, los libros de la Biblia no estaban divididos en capítulos y versículos. Cada libro fue escrito para ser leído de principio a fin. Dios se tomó grandes molestias para dárnoslo como una revelación progresiva de Si Mismo, y tú debes molestarte en leerlo de principio a fin. Nunca lo entenderás si lo abres al azar y empiezas a leer desordenadamente.
Esto significa, sin embargo, que ciertos versículos o capítulos adquirirán un significado especial para ti. La historia está llena de casos de hombres y mujeres que abrieron la Biblia y oyeron a Dios hablar con tal profundidad que cambió su vida. Al principio, tal vez sea demasiado difícil leer completamente los libros y los capítulos largos. Habrá versículos, y secciones de versículos, especialmente en los Salmos y los Proverbios, que tendrán sentido independientemente del orden en que los leas. Sin embargo, esto nunca será suficiente si se pretende hacer un estudio sincero y sistemático de la Biblia como un todo. Así como nunca se te ocurriría ir a la biblioteca, tomar cualquier libro y empezar a leerlo por la mitad. Asimismo necesitas aprender a ver la Biblia como un libro completo.

No hay comentarios: