domingo, 4 de enero de 2009

UN UNICO SALVADOR

En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)

A los ochenta años de edad, el evangelista inglés John Wesley, atacado por una grave enfermedad, escribió: “Ahora es probable que sólo haya algunos pasos que me separen de la muerte; ¿y en qué puedo confiar para mi salvación? En todo lo que he hecho o sufrido no veo nada que merezca ser considerado. No puedo invocar otro motivo que éste: soy el más grande de los pecadores, pero Jesús murió por mí”.
Las biografías de ese eminente siervo de Dios más bien dejarían pensar que si alguien hubiera ganado algún derecho al descanso junto a Jesús, ése habría sido él precisamente. ¡Pues, no! Como cualquier creyente, él había tenido que ser rescatado por la preciosa sangre de Cristo (1 Pedro 1:19)
Muchos rehúsan la salvación porque es gratuita y pone al hombre y a sus obras enteramente a un lado. ¡Cuántos quisieran pagar su “deuda”! Pero está escrito: “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)” (Salmo 49:7-8). El único salario del pecado que el hombre puede y debe pagar es el de la muerte eterna (Romanos 6:23). Lo que Dios pide a los hombres hoy y en todo lugar es que se arrepientan (Hechos 17:30). Entonces puede presentarles al Salvador, a Jesús, quien es el único por cuyo medio podemos ser salvos. “Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43).

No hay comentarios: