martes, 18 de abril de 2017

VOY A PREPARARLES LUGAR…

… me voy y preparo un lugar para vosotros… (v. 3). Juan 14:1-4 «No hay lugar como el hogar». Esta frase refleja un anhelo profundo de tener un lugar para descansar, para estar y al cual pertenecer. Jesús habló de este deseo de echar raíces cuando, después de haber cenado por última vez con sus amigos, mencionó su inminente muerte y resurrección. Prometió que, aunque se iría, volvería a buscarlos. Además, les prepararía un lugar… un lugar donde vivir. Un hogar. Pudo hacer este lugar para ellos (y para nosotros) al cumplir con los requisitos de la ley de Dios, cuando murió en la cruz como el hombre sin pecado. Les aseguró a sus discípulos que, si se tomaba el trabajo de crear este hogar, por supuesto que volvería a buscarlos y no los dejaría solos. No tenían por qué temer ni preocuparse por sus vidas, ya fuera en la Tierra o en el cielo. Podemos encontrar consuelo y seguridad en las palabras de Jesús porque creemos y confiamos en que Él se nos adelantó para prepararnos un hogar celestial y que vivirá con nosotros (ver Juan 14:23). No importa en qué clase de lugar físico vivamos, nuestro hogar está con Jesús, su amor nos sostiene y su paz nos rodea. Con Él, no hay lugar como el hogar. Es para pensar profundamente en éstas palabras de Jesús…, él dijo: “Mi Padre tiene muchas viviendas para ustedes” pero yo voy a preparar lugar para vosotros… ¿en que consistirá esa “preparación”? ¿En base a que? ¿Tendrá que ver nuestra actitud acá en la tierra? ¿A todos se nos dará la misma habitación-al que se preocupó más por la obra que al que se preocupó poco? ¿Quién va a estar a la derecha y a la izquierda del Señor? Acá se habla de hacer tesoros en el cielo… ¿será para disfrutarlos cuando vayamos? ¿y qué de Lázaro “el mendigo”?: 19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. (Lucas 16:19-31) Se hará justicia en el cielo. Señor, si alguna vez nos sentimos desamparados, recuérdanos que tú eres nuestro hogar. Que podamos compartir este sentido de pertenencia con los demás. Jesús nos prepara un lugar para vivir eternamente.

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