miércoles, 12 de marzo de 2014

LA REGLA DE ORO

Mateo 7:7-12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos… —Mateo 7:12 Muchas religiones adoptan el concepto de la Regla de oro: tratar a los demás como te gustaría que te traten. Entonces, ¿qué hace tan excepcional la versión de Jesús sobre este asunto? Su singularidad yace en una sola frase: «Así que», la cual apunta a la generosidad de nuestro Padre celestial. Jesús declaró: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…» (Mateo 7:11-12). Nadie alcanza a cumplir lo que debe: amar a los demás como Dios nos ama. Con amor perfecto, Jesús puso en práctica esta ética admirable al vivir y morir por todos nuestros pecados. Tenemos un Padre dadivoso y amante que dejó de lado sus intereses para revelar la medida perfecta de su amor a través de su Hijo Jesús. La generosidad de Dios es la dinámica por la cual tratamos a los demás como nos gustaría ser tratados. Amamos y damos a los demás porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19). Nuestro Padre celestial nos pide que vivamos a la altura de sus mandamientos, pero también nos da su poder y amor para que lo llevemos a cabo. Solo necesitamos pedírselo. «Si memorizamos la Regla de oro, acordémonos de aplicarla» —E. Markham

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