domingo, 23 de marzo de 2008

COMO SABER QUE CRISTO ESTA EN TU VIDA

La gente pregunta a menudo: ¿Cómo puedo saber con certeza que soy cristiano y que Cristo ha entrado en mi vida?
¿Recuerdas la promesa que vimos en Apocalipsis 3:20? En ella Jesús nos dice: “Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él…”. Puedes saber que ha entrado en tu vida por la autoridad y la confiabilidad de Dios mismo y Su Palabra. Da gracias a Dios con frecuencia de que Cristo esté en tu vida. (Hebreos 13-5). Puedes saber que el Cristo vive y mora en ti y tienes vida eterna, desde el momento mismo en que lo invitas, respondiendo a su promesa. El no te fallará.
¿Puedes imaginar algo más maravilloso que el recibir a Cristo? Antes de seguir leyendo, te invito a que cierres este blog y des gracias a Dios, mediante una oración, por todo lo que El ha hecho por ti. Recuerda que tu relación con Dios no se basa en tus “sentimientos”. Tal vez no te sientas distinto de lo que te sentías cuando elevaste la oración aceptando a Cristo. Los sentimientos vendrán después. Ahora, acepta tu salvación a través de la fe. Cristo es el Señor de tu vida, porque Dios dijo, en su palabra, que, al recibirlo, Jesús toma el control de tu vida. “. Fundamentalmente ¿como sabemos que Cristo está en nuestra vida? porque sentimos su presencia a través de su Espíritu Santo en nuestro interior dándonos testimonio que somos Hijos de Dios y que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida! Dijo Jesús: “El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva”. (San Juan 7:38).

lunes, 3 de marzo de 2008

COMO PUEDES RECIBIR A JESUCRISTO

Cuando te das cuenta de que fuiste creado por Dios con un solo propósito, para tener relación y amistad con El, entonces es lógico pensar que el propósito más importante que Dios tiene reservado para ti es la restauración de esa comunión. ¿Cómo se logra esto? Ocurre cuando aceptas al Hijo de Dios, Jesucristo, como tu Señor y Salvador, el que dirigirá tu vida de ahora en adelante.
¿Significa eso que tendré que unirme a cierta iglesia? Preguntará el lector.
¿Y qué de los malos hábitos que hay en tu vida? ¿Acaso no tendrás que renunciar a ellos para ser digno de tener amistad con Dios? “He hecho demasiadas cosas malas. No creo que Dios me acepte tal como soy. ¿No tendré que hacer algo primero, para que El me reciba?”
Dejemos estas dudas de lado por el momento, porque ahora no tienen mucha importancia. Todas están basadas en la suposición de que tenemos que hacer algo para que Dios nos reciba. Pero, ¿recuerdas el versículo de la Biblia, en la Epístola a los Efesios, que vimos hace un momento? Hacía notar que nuestra relación con Dios no se establece por medio de las “obras”, sino que es un “don de Dios”. Ninguno de nosotros podría jamás ganar ni merecer el perdón divino. Sin embargo, El los pone libremente a disposición de cualquier persona que deje de confiar en sus propias buenas obras y sus propios esfuerzos y ponga toda su fe en Jesucristo como medio de salvación.
Lo maravilloso es que no tienes que esperar a que Dios te reciba; es El quien está esperando que tú lo recibas.
He aquí cómo lograrlo. Simplemente busca estar a solas, en cualquier lugar, y dile a Dios que crees en El, que no puedes seguir viviendo sin El, que ahora estas aceptando a Jesucristo como tu Señor y Salvador, y que de ahora en adelante vas a permitir que Jesucristo gobierne tu vida.
He aquí la sencilla oración que puedes rezar. Si después de leerla consideras que refleja tus sentimientos, entonces, podrás convertirla en tu oración. Cuando lo hagas, Dios te, escuchará… y Cristo entrará en tu vida como Señor.

“Amado Dios, he estado viviendo mi vida a
mi manera. Ahora deseo vivirla a tu manera.
Te necesito y estoy dispuesto a que tomes
control de mi vida. Recibo a tu Hijo
Jesucristo, como mi Señor y Salvador personal.
Creo que El murió por mis pecados y ha
resucitado de entre los muertos. Me entrego
a El como Señor. Ven, Señor Jesús, y ocupa
el trono de mi vida. Haz de mí la clase de
persona que tú quieras que sea."


Es así de sencillo. Desde luego, falta mucho más, y de eso tratará el resto de estos comentarios. Pero es aquí donde empieza todo. Ya que has aceptado a Cristo, y le has permitido sentarse en el trono de tu vida, debes esperar que se produzcan algunos cambios importantes en tu vida. También hablaremos de esos cambios, y de lo que puedes esperar.
Como nuevo ciudadano en el Reino de Dios, tienes ciertos derechos y privilegios que nunca habías tenido antes. Son asuntos importantes, pues el cristianismo no es sólo cuestión de entregarse, sino también de recibir los maravillosos regalos que Jesucristo trae consigo, cuando toma control de tu vida. En realidad, desde el momento mismo en que, en un acto de fe, recibiste a Cristo, sucedieron muchas cosas, entre ellas las siguientes:

PRIMERO, Cristo entró en tu vida. ¿Has visto esos pequeños automóviles de juguete que venden en las grandes tiendas? Parecen de verdad, pero hay un aviso en la caja en que vienen empaquetados: Las baterías están incluidas. Por más auténtico que parezca, sin las baterías no funcionará. Fuiste hecho a semejanza de Dios, pero debido al pecado, tus baterías nunca funcionaron. cuando Cristo entró en tu vida, trajo consigo su fuerza.
Veamos la palabra de Jesús: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) San Pablo lo dice así: “Es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria” (Colosenses 1:27) Eso es lo emocionante… y poderoso.

SEGUNDO, tus pecados fueron perdonados. Cuando la hija mayor de un amigo tenía dos años, se subió a la cómoda de su casa y encontró un anillo que le había regalado su abuelo a su padre. No era muy valioso, pero tenía mucho valor sentimental para él. Esta niña jugó con él un rato, luego lo echó en el excusado y accionó el mecanismo del agua. Al día siguiente, cuando preguntó mi amigo por el anillo, ella reconoció su falta. Aunque la castigó, no fue capaz de perdonarla. Tanto significaba aquel anillo para él.
Por la tarde del día siguiente, regresó del trabajo y se acomodó en su sillón con el periódico. Cuando alzó la vista, frente a él estaba su hijo de cuatro años, Bruce, acompañado de Robin sobre cuyas mejillas rodaban unas lágrimas. Robin esta apenada por haber perdido tu anillo, papá, dijo Bruce. Pero te hicimos uno nuevo.
Extendió la mano para mostrarle un anillo hecho de pino trenzada.
Tomó a ambos en sus brazos y los estrechó contra su pecho. Desde entonces no ha echado de menos su anillo ni una sola vez, ni a vuelto jamás a culpar a su hija por lo que hizo. Gracias a la acción de su hermano fue enteramente perdonada.
Eso es lo que hizo Jesús por nosotros. Fue con el Padre y pagó el precio de nuestros pecados. Gracias a El, nos dice San Pablo en su carta a los colosenses 1:14, “Tenemos redención el perdón de los pecados”.
TERCERO, te conviertes en hijo de Dios. De hecho, dice la Biblia, que ahora tienes los mismos derechos que el Hijo de Dios, Jesucristo. Son derechos heredados, porque eres ya heredero de Dios, junto a Jesucristo.
“A todos los que lo recibieron les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios”, nos narra uno de los biógrafos de Jesús en el Evangelio según San Juan 1:12.
Algo parecido le sucedió a la hermana menor de este amigo. Después de tener cuatro hijos varones, sus padres decidieron adoptar una niña. Tenía apenas unos días de nacida cuando su madre la trajo a su casa desde el hospital. Aunque otra mujer que no era su esposa había dado a luz a su hermanita Audrey, su padre la aceptó totalmente como su hija. Se crió como una Buckingham, y ha participado por igual de todo lo que le pertenece a la familia.
Se reunió mi amigo recientemente con un grupo de hombres en una posada de retiro en Missouri, cerca de donde vive la hermana Audrey. Una tarde ella fue a visitarlo. Aunque ninguno de los hombres del grupo la había visto jamás (en realidad, ninguno sabía que él tenía una hermana), cuando ella se presentó para buscarlo, varios hombres supieron de inmediato que era su hermana.
A lo largo de los años, hasta empezó a parecerse a ellos. Es hija de su padre, aceptada totalmente por la familia.
CUARTO, recibes la vida eterna. Tal vez en este momento eso no signifique mucho para ti, pero a la larga, es lo más importante que te pueda ocurrir. La vida eterna no sólo significa que perteneces ala familia de Dios, sino que así como Jesús murió y luego resucitó de entre los muertos, sobreponiéndose a la muerte, tú también vivirás para siempre con Dios.
La muerte es el enemigo más grande del hombre, y lo que más teme. Sin embargo, como hijo de Dios, ya no tienes por qué temerla. Tu cuerpo puede ser puesto en la tumba, pero tú vivirás para siempre con Jesucristo, en el cielo.
“Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosa os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…” (Juan 5:11-13)
FINALMENTE, das comienzo a la gran aventura para la cual Dios te creó.
Jesús dijo: “yo he venido para que tenga vida y para que la tengan en abundancia” (San Juan 10:10) No es sólo la vida después de la muerte lo que nos da Jesús. También nos da una vida plena y abundante aquí, en la tierra. Nos da fuerza para vivir, ¡ahora mismo!
“Si alguno está en Cristo”, nos dice Pablo, “nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí que todas son hechas nuevas” (II Corintios 5:17). Toda la aventura del universo es tuya, para vivirla, toda la alegría de pertenecer al equipo triunfador, toda la sabiduría de Dios, toda la paz del cielo, todo ello, y más, es tuyo… gracias a Jesucristo.
Ahora, antes de seguir, hagamos una pausa para repasar aquellas cuatro leyes que te llevaron a una relación con Dios. Quizás te sea útil anotarlas en tarjetas, para repasarlas de cuando en cuando, hasta que te las aprendas de memoria. Así, cuando otros comiencen a preguntar qué ha producido los maravillosos cambios que ven en tu vida, podrás compartir con ellos esas “cuatro leyes”.
1.-Dios te ama y te ofrece un maravilloso plan para tu vida.
2.-El hombre es pecador, y está separado de dios. Por lo tanto, no puede conocer ni experimentar el amor y plan de Dios para tu vida.
3.-Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecado del hombre. Sólo mediante El puedes conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para tu vida.
4.-Tenemos que recibir individualmente a Jesucristo como nuestro Señor y nuestro Salvador. Sólo así podremos conocer y experimentar el amor de Dios y Su plan para nuestra vida.