domingo, 31 de agosto de 2014

JESÚS POR TODOS MURIÓ, PARA QUE LOS QUE VIVEN LO HAGAN PARA DIOS EN CRISTO.

1 Juan 3:16-23 En esto hemos conocido el amor, en que [Jesús] puso su vida por nosotros… —1 Juan 3:16 Cuando Deng Jinjie vio personas que luchaban en el agua del río Sunshui, en la provincia de Hunan, en China, no pasó de largo. En un acto heroico, saltó al agua y ayudó a salvar a cuatro miembros de una familia. Por desgracia, la familia se marchó antes de que él saliera del agua. Lo lamentable fue que Jinjie, exhausto por el esfuerzo, fue arrastrado por la corriente del río y se ahogó. Cuando estábamos ahogándonos en nuestro pecado, Jesucristo dio su vida para venir a ayudarnos. Nosotros éramos las personas que Él vino a rescatar. Descendió del cielo y nos llevó hasta un lugar seguro, al morir en la cruz para cargar con el castigo por todas nuestras iniquidades (1 Pedro 2:24). Pero, tres días más tarde, resucitó. La Biblia afirma: «En esto hemos conocido el amor, en que [Jesús] puso su vida por nosotros…» (1 Juan 3:16). El sacrificio de amor de Jesús a nuestro favor nos inspira ahora a mostrar amor genuino, «de hecho y en verdad» (v. 18), a las personas con quienes estamos relacionados. Si pasamos por alto el sacrificio supremo de Cristo por nosotros, no veremos ni experimentaremos su amor. Considera hoy la relación entre su sacrificio y su amor por ti. Él ha venido a rescatarte. —Jesús entregó su vida para mostrarnos que nos amaba.

viernes, 29 de agosto de 2014

DIOS ES AMOR PERO FUEGO CONSUMIDOR CON LOS IRREVERENTES

No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia… por medio de la fe… a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. Romanos 3:22-26 Algunas personas esperan que Dios pase por alto sus faltas. Pero, ¿es Dios indulgente? ¿Puede tomar a la ligera el pecado? ¿Puede sacrificar su santidad para manifestar su gracia? No. Cuando en la cruz Jesús cargó con los pecados de los que creían y creerían en él, Dios lo juzgó como si fuese un hombre culpable. Ni siquiera nos negó a su amado Hijo, sino que lo entregó a la muerte, aunque los pecados que cargaba no eran suyos. No contemos con la indulgencia divina, pues Dios no es indulgente, sino justo. Jesús llevó nuestra culpabilidad sobre él y sufrió el castigo que nosotros merecíamos. El precio de nuestra salvación fue pagado, por lo tanto Dios no exigirá un segundo pago. Fue necesario el sacrificio de una víctima santa, sin pecado, para expiar el pecado de los demás. “Cristo murió por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3). ¡Esto es lo que se debe creer! Dios no es indulgente, sino amor. Desde ahora ofrece un perdón completo, y no una reducción de pena. Ningún hombre en el mundo, independientemente de su título, tiene el poder para perdonar pecados, porque “todos pecaron”. Pero Dios no tendrá en cuenta los pecados de los que creemos en Jesús, porque su sangre nos purificó de ellos. Dios es justo con respecto a la obra que su Hijo cumplió, pues justifica al que cree en Jesús. El que confía totalmente en él tiene la paz con Dios por la eternidad.

jueves, 28 de agosto de 2014

NO NOS VAYAMOS TRISTES

Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Marcos 10:21-22 ¿Qué nos falta para ser felices? ¿Un trabajo mejor, otra vivienda o un teléfono nuevo? No, ¡eso nunca será suficiente! ¿Una buena salud, un cónyuge agradable o unos amigos atentos? ¡Eso tampoco será suficiente! La verdadera felicidad está relacionada con la vida eterna. Un hombre muy rico preguntó a Jesús cómo obtener la vida eterna, y él le respondió: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes… y ven, sígueme”. ¡Para obtener lo que le faltaba, ese hombre debía deshacerse de lo que tenía! Para obtener la vida eterna, debía seguir a Jesús. El hombre que hizo esta pregunta no respondió al llamado de Jesús, y se fue triste. La publicidad transmite un trágico error muy común: trata de hacernos creer que la felicidad está ligada a los bienes materiales. ¡Pero es falso! Además, si nos aferramos a esos bienes, nuestro corazón correrá el riesgo de cerrarse a Dios. Para seguir a Jesús y gozar junto a él la felicidad que anhelamos, debemos desprendernos interiormente de nuestros bienes, tanto materiales como culturales, de todo lo que nos estorba o nos impide seguir al Señor. Pero, ¿dónde hallar el deseo y la fuerza para hacerlo? En el llamado de Jesús para seguirle, en su amor que nos atrae hacia él. El que mediante la fe responde afirmativamente al llamado de Jesús halla una paz y una felicidad más profunda y grande que todas las alegrías de este mundo. Nace de nuevo y vive del amor de Cristo, para seguir sus pisadas sirviéndole cada día con humildad.

martes, 26 de agosto de 2014

SER HOMBRES DE VERDAD COMO EL HIJO DEL HOMBRE

Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. 1 Corintios 14:20 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. 1 Corintios 16:13 «¡Sea hombre!», dicen a veces los adultos a un adolescente, es decir, haga como nosotros, siga nuestras pisadas. ¡Déjese llevar por las mismas tendencias! Malamente dicen: ¡Si uno no bebe alcohol, no es un hombre, si no tiene libertad sexual, no es un hombre! Y, para mostrarse hombre, uno hace callar la conciencia, sus propias convicciones, si las tiene, y se deja llevar por sus impulsos… así pierde su alma e influencia a otras personas a seguir la misma dirección. ¡Ah, esos hombres «valientes», incapaces de resistir ante una sonrisa burlona! ¡Esos hombres «fuertes», que ceden ante cualquier tentación! ¡Esos hombres «libres», esclavos de sus intereses, de sus pasiones, de la opinión de los demás! En cambio, la Palabra de Dios nos dice algo totalmente diferente: “Portaos varonilmente” (1 Corintios 16:13), pero como hombres que saben permanecer puros, sobrios, que respetan a los demás, se respetan a sí mismos y resisten al mal. Como hombres dignos que se enfrentan a las burlas para obedecer al Señor Jesucristo, y de este modo se atreven a desafiar la opinión de los demás. Estos son los hombres a quienes forma la Biblia, cuando la creen y la obedecen, pues hay dos maneras de «ser hombres»: vivir en el mundo según nuestra naturaleza llevada por nuestra propia voluntad, por nuestras codicias, o vivir según la nueva vida que Dios nos dio mediante la fe en Cristo, quien nos amó (Efesios 5:2) e hizo de nosotros hijos de Dios, hombres según Dios.

lunes, 25 de agosto de 2014

RESISTIR AL DIABLO SOMETIÉNDOSE A DIOS SINO ES IMPOSIBLE (Santiago 4:7)

No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Romanos 7:19 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:41 Cuando iba para la escuela, Andrés se detuvo ante un puesto de frutas. Como no vio a nadie, ni en la tienda ni en la calle, el niño tomó una manzana y la metió en su bolsillo. Pero el vendedor vio al pequeño ladronzuelo, lo atrapó y lo reprendió severamente: «Espero que sea la primera vez que tomas algo que no te pertenece. ¡Pero más te vale que también sea la última!». Ya adulto, Andrés aún recuerda la lección que aprendió aquel día. También recibió el perdón de sus pecados por medio de Cristo, comprendió que además podía ser liberado del poder del pecado (Romanos 8:2) y resistir a la tentación. Desde el huerto de Edén, la humanidad siempre estuvo tentada a hacer el mal. El apóstol Santiago describe así la espiral del mal: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (cap. 1:14-15). No son nuestras buenas intenciones, ni siquiera una firme determinación, lo que nos hace resistir a la tentación. Pedro, el discípulo de Jesús, tenía la buena intención de permanecer fiel a su Maestro, pero no pudo velar ni siquiera una hora con él la noche antes de la crucifixión, ¡e incluso lo negó! “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”, dijo el Señor (Mateo 26:41). Sólo por el poder del Espíritu Santo seremos guardados de sucumbir ante las trampas del tentador.

domingo, 24 de agosto de 2014

¿QUE SON LAS BUENAS NUEVAS? ¿PARA QUE SIRVEN?

Jesús de Nazaret… anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Hechos 10:38 Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. 1 Corintios 15:3-4 El Evangelio no es una doctrina, y mucho menos una ideología, es un mensaje; proclama que Dios viene a nuestro encuentro por medio de Jesucristo. ¡Este es su objetivo! El Evangelio no sólo tiene que ver con la relación nueva y definitiva que se establece entre Dios y el creyente, sino también con las nuevas relaciones entre creyentes, relaciones de fraternidad y amor. Para ser cristiano uno necesita recibir el mensaje del Evangelio. Es preciso reconocerse perdido ante Dios y depositar su confianza en Jesús, el Salvador. La fe personal en el Señor Jesús establece una relación viva entre Dios y nosotros: entonces Dios nos llena con su paz. Cuando leemos la Biblia, el Señor nos habla de forma misteriosa pero muy real. Los evangelios están llenos de testimonios sobre la vida, la muerte y la resurrección de Cristo. Leyendo estos con fe aprendemos a conocer a Jesús y sus enseñanzas. Este conocimiento no es teórico, sino muy real, dinámico, porque Jesús está vivo y se revela a todo el que deposita su confianza en él. Una vez que hayamos acudido al Señor, perseveremos en la lectura de la Biblia y en la oración. Esta lectura nos llenará de paz y fortalecerá nuestra fe. Necesitamos esta fuerza para seguir a Jesús y ser sus discípulos. Para ser guiados en ese nuevo camino, la lectura de las epístolas del Nuevo Testamento será una preciosa ayuda. Toda esta actividad con Cristo va a producir experiencias con el Señor que luego de éste encuentro entonces pasamos a ser testigos del poder, amor y misericordia de Jesucristo que debemos de trasladar al mundo que no conoce a Él ni a su propósito. Alguien dijo: El evangelio es por Ej: "Cuando un mendigo le dice a otro donde hay pan".

sábado, 23 de agosto de 2014

EN LA OBEDIENCIA A DIOS ESTA LA BENDICIÓN DE LA FELICIDAD

El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. 1 Pedro 3:10-11 Muchas personas se imaginan que quienes obedecen al Señor tienen una vida aburrida. Los que razonan así muestran que no conocen el gozo cristiano, pero sobre todo que no conocen a Aquel a quien estamos invitados a someternos por amor. Igualmente es hacer un mal cálculo: algunos dicen: «Necesito un poco de religión para librarme de la condenación, pero también quiero disfrutar los placeres de esta vida». Sin embargo esos placeres no pueden ser comparados a la felicidad que da la aprobación de Dios en nuestra vida. Como dijo alguien: «La felicidad que uno busca sólo para sí mismo se esfumará ante nosotros como un espejismo; nunca podremos alcanzarla. Pero si nuestra prioridad como cristianos es obedecer al Señor, en vez de pensar en nosotros, nuestra felicidad vendrá de forma natural como resultado de esta obediencia». Quizás esto explica por qué nosotros, los cristianos, no siempre somos tan felices como podríamos serlo, pues ¿dónde están nuestras prioridades? Dios no nos promete un futuro eterno de felicidad al precio de una vida de frustración en la tierra. Desde hoy desea lo mejor para sus hijos que caminan con él. “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien… porque yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos” (Deuteronomio 30:15-16). “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto” (Salmo 4:7).

viernes, 22 de agosto de 2014

EL VERDADERO AMOR DE DIOS TOMA COMO PROPIAS LAS NECESIDADES AJENAS NO HACE MAL AL PRÓJIMO

El amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios… Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4:7-9 El «amor» es un tema muy popular en la literatura, las canciones, las películas… ¿Qué no se haría en nombre del amor? Se codicia, engaña… ¡Incluso algunos matan en nombre del amor! Y todo esto porque el amor humano, en realidad fuertemente motivado por el amor a sí mismo, está muy cercano al odio. El versículo citado en el encabezamiento muestra que el verdadero amor sólo puede venir de Dios. Fue manifestado al hombre cuando apareció en la persona de Jesucristo. El Hijo de Dios vino a dar a conocer el corazón del Padre. El amor de Dios también puede ser visto en la vida de un creyente que manifiesta humildad y olvido de sí mismo. El amor no se enorgullece, pues no piensa en sí mismo, no se compara con los demás, sino que se pone a su servicio. Cristianos, ¡recordemos que en nosotros mismos no tenemos amor! Éste no emana de nuestra propia naturaleza humana, la cual es incapaz de hacer el bien según Dios. Cristo mostró, durante toda su vida, lo que es la verdadera humildad; y su muerte por seres odiosos es la mayor expresión de su amor. Nos dio a conocer a Dios, quien es amor (1 Juan 4:8). “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5), para que lo irradiemos en nuestro alrededor. La responsabilidad y el papel de todo creyente es mostrar el amor de Dios que, en su pureza, “se goza de la verdad” (1 Corintios 13:6).

jueves, 21 de agosto de 2014

CUANDO EL SILENCIO TIENE SU VALOR

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6 Vivimos en la época del ruido. Éste es ocasionado por diferentes medios de transporte, máquinas, televisores, música a alto volumen… Nuestra vida a menudo está aturdida por ruidos de todo tipo. Para muchos, el silencio se ha convertido en sinónimo de vacío, por ello tratan de huir de él. Además del ruido exterior, existe ese incesante torbellino de pensamientos al que el mundo nos arrastra. ¡Todo esto nos carga la mente! Debemos redescubrir el valor del silencio. No se trata de un silencio estéril para volver sobre nuestros pensamientos, o llorar sobre sueños que no se hicieron realidad. Se trata de un silencio para escuchar a Dios, para orar y adorarle. Nuestra alma necesita ese silencio como nuestros pulmones necesitan el aire. El silencio es más que la ausencia de ruido; es una actitud de escucha y de apertura. Nos permite detenernos para presentarnos ante Dios mediante la fe. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). Si tomamos esos momentos de silencio para reponer nuestras fuerzas junto a Dios, para escuchar su voz “apacible” y delicada (1 Reyes 19:12), lejos de los ruidos y preocupaciones, nuestra vida será más estable. Además estará enriquecida con la presencia del Señor y con una alabanza preparada en el corazón para la hora de la adoración. “Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios” (Salmo 65:1). Esto nos ayudará a estar atentos a los demás, a sus buenos y malos momentos. Así nos haremos mensajeros de paz, de la paz que Dios ofrece a todos los que confían en él.

miércoles, 20 de agosto de 2014

CUANDO DIOS ESTA EN SILENCIO ES PORQUE ESTA TRABAJANDO

Conozco, oh Señor, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme. Salmo 119:75-76 (Jesús) les dijo: Venid vosotros… y descansad un poco. Marcos 6:31 Alguien escribió: «En un fragmento de música hay pausas y suspiros, pero éstos forman parte de la melodía. Desempeñan un papel tan importante como las notas que escuchamos. Omitirlos perturbaría y cambiaría la melodía». Lo mismo sucede en la vida del creyente. Dios tenía en vista un «fragmento» preciso cuando compuso la melodía de nuestra vida. Que no nos sorprendan esas pausas, pues forman parte del plan de Dios para nosotros. Tendemos mucho a creer que la vida está compuesta únicamente por diversas actividades, pero nuestro Señor también nos pide que nos detengamos y descansemos en su presencia. Necesitamos realmente esos momentos de descanso, para que nuestra vida sea armoniosa, abundante y productiva. Entonces podremos ser de bendición para los que nos rodean. A veces nos encontramos con una pausa inesperada en el pentagrama de nuestra vida. Aparentemente Dios nos pone «fuera de servicio» por un tiempo. Nos vemos obligados a permanecer inactivos debido a un accidente, una enfermedad, el cansancio, la edad avanzada… No nos desanimemos pensando que esos periodos son una pérdida de tiempo. Quizá durante ese tiempo podamos consagrarnos más a la alabanza y la oración. Dios quiere hacernos más pacientes, más dóciles, y que confiemos más en él. Quiere que nos parezcamos más a Jesús. Pidámosle que nos enseñe a emplear para él esos momentos que nos da. ¡De este modo ya estaremos sirviéndole!

martes, 19 de agosto de 2014

PARA LOS HOMBRES LA SALVACIÓN ES GRATIS PERO A DIOS LE COSTÓ SU ÚNICO HIJO AMADO O SEA LO MÁS PRECIADO

¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. Juan 6:28-29 Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 2 Reyes 5:13 Que Dios haya puesto la salvación al alcance de todos es una prueba de su amor y de su justicia. Podría haber impuesto al hombre condiciones severas, pues esta salvación le costó muy caro, pero no lo hizo. El sacrificio redentor llevado a cabo por Jesús es perfecto; el hombre no tiene nada que añadir. Pero por orgullo o debido a una enseñanza errónea, unos intentan participar en su propia salvación. Sin embargo la Biblia es categórica y pone totalmente de lado el esfuerzo personal en este campo: “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate” (Salmo 49:7). Para ser salvo debo reconocer que estoy perdido y creer en el valor perfecto que tiene a los ojos de Dios la obra cumplida por Cristo en la cruz. Cuando escuchamos a una persona afirmar: «Es demasiado fácil», sentimos mucha pena. Si la obra de Cristo fuese insuficiente, entonces la salvación no sería posible. Pensar así es insultar la gracia de Dios, es insultar a Dios mismo. La salvación nos es ofrecida gratuitamente porque alguien pagó en nuestro lugar. Las exigencias divinas debían ser satisfechas, el pecado que nos separaba de Dios tenía que ser expiado, y todo esto sólo fue posible en virtud de la muerte de Cristo. Sólo la sangre de Cristo podía lavarnos de nuestra iniquidad. Lo hizo perfectamente, de manera que no hay nada que añadir. “Puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25).

lunes, 18 de agosto de 2014

ES MEJOR CONFIAR EN EL SEÑOR QUE EN EL HOMBRE (SALMO 118:8)

Mirad a mí, y sed salvos… porque yo soy Dios, y no hay más. Isaías 45:22 El universo es un inmenso libro que está continuamente abierto ante mí: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1). Me deja entrever el poder eterno y la divinidad de su autor (Romanos 1:20), pero no me dice lo que soy para Dios. ¿Quién me lo puede mostrar? Puedo examinar mis pensamientos, analizar mis sentimientos, juzgar mis actos, pero sólo veo lo que soy a mis propios ojos y no lo que Dios piensa de mí. Sólo él puede revelarme a la vez lo que él es y lo que yo soy. Lo podemos leer en un libro: la Biblia. La Biblia declara: “Todos se desviaron, a una se han corrompido” (Salmo 14:3). Tengo que reconocerlo humildemente, sin ocultarlo. La Biblia declara que Dios es santo, que es perfecto, puro, feliz en sí mismo. El mal no puede estar en su presencia; tiene que juzgarlo. Por lo tanto, tal como soy me es imposible tener una buena relación con Dios. Pero la Biblia no se detiene en esta triste constatación, sino que presenta un mensaje de gracia. Si afirma que estoy perdido debido al pecado, también me dice que puedo ser salvo mediante Jesucristo. Me muestra mi miseria moral, pero al mismo tiempo me revela la gracia de Dios, la cual es mayor que mi miseria. La Biblia me condena, pero si reconozco mi estado y creo en Jesucristo, me asegura que soy lavado por la sangre de Cristo derramada en la cruz, justificado ante Dios y adoptado por él como su amado hijo. Dios mete el dedo en la repugnante llaga de mi pecado, pero luego cura perfectamente la herida.

domingo, 17 de agosto de 2014

CUANDO NO SE CONOCE A DIOS LO SUFICIENTE NO ENTENDEMOS SU MOVER

En quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Isaías 30:15 En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. Salmo 62:1 Amigo cristiano que está agobiado por un problema, detenido por la enfermedad o desanimado por un fracaso, y se pregunta cabizbajo: «¿Por qué?». Buenos amigos lo han rodeado y han tratado de animarle y consolarle, pero sus palabras no han disminuido su dolor. Cuando se van lo dejan solo con su dolor. Quizás usted quiera buscar en la Biblia la solución divina a sus problemas, pero ¿será ésta la que desea? Tal vez Dios le dé una respuesta muy diferente de la que usted espera, pero será su respuesta, la buena respuesta. Incluso si su sufrimiento es la consecuencia de un error, él se acercará a usted como lo hizo en otro tiempo con Jacob (Génesis 28:13-15). Confesarle una falta ya es hallar la paz. Pero a menudo Dios permite la prueba no como consecuencia de una falta, sino para darnos una enseñanza espiritual. Por lo tanto, permaneciendo atento a lo que Dios permite que suceda en su vida, y consciente de las salidas que da a las pruebas, descanse en Aquel que lo ama con un amor inalterable. ¡Cuántas veces suspiramos buscando el porqué de nuestras dificultades, la razón de nuestro dolor! No hagamos como el patriarca Jacob, quien después de una larga lista de pruebas, clamó: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36), mientras iba precisamente a recobrar lo que había perdido. Dios, quien siempre nos ama con el mismo amor, quiere prepararnos para el cielo. ¡Confiemos en él! Él hace que todas las cosas ayuden para el bien de los que le aman (Romanos 8:28). ¡Estemos seguros de ello!

sábado, 16 de agosto de 2014

QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA BUENA SOMBRA LO COBIJA

El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Salmo 91:1-2 Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. Hechos 17:23 Entre las imágenes empleadas en la Biblia, la sombra a menudo es una protección bienvenida. Para el pobre y el miserable, Dios es una “sombra contra el calor” (Isaías 25:4). David se sentía seguro junto a Dios: “En la sombra de tus alas me ampararé”. “En la sombra de tus alas me regocijaré” (Salmo 57:1; 63:7). Pero la sombra, opuesta a la luz, a menudo provoca el miedo de la noche, de las tinieblas, de la muerte: Job tenía miedo de ir y no volver de “la tierra de tinieblas y de sombra de muerte” (Job 10:21). A menudo la sombra insinúa el misterio: veo una sombra que se mueve en la calle, pero no puedo reconocer a la persona. Es imposible conocer perfectamente a nuestro prójimo, pero cuando queremos conocer a Dios, nos sentimos aún más incapaces. En la Biblia, a veces la sombra sugiere realidades del ámbito espiritual que todavía no habían sido totalmente reveladas. Desde la venida de Jesús, Dios se dio plenamente a conocer. En Jesús pasamos de la sombra a la realidad, pues él es “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3). Dios se revela como el “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:6). Mediante la fe podemos contemplar a Dios en la persona de Cristo, quien nos dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Jesús nos revela quién es Dios: un Dios de perdón que salva al hombre perdido, cuida de él y lo lleva a su presencia a partir de ahora mismo, pues es un Dios de luz y de amor.

viernes, 15 de agosto de 2014

EL PROPÓSITO DE DIOS

Todo fue creado por medio de él (Jesús) y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17 «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?». Este es el título de uno de los cuadros más famosos del pintor francés Paul Gauguin. El artista hace tres preguntas sobre el origen, el sentido y la finalidad del destino humano. En el cuadro se pueden ver tres grupos de personas: tres mujeres con un niño representan el principio de la vida, el grupo del medio simboliza la vida cotidiana de jóvenes adultos, y en el último grupo el artista pintó a una mujer anciana acercándose a la muerte. Sin Dios, ¿qué otro curso normal de la vida imaginar, sino el que conduce a la muerte y al juicio? Pero la Biblia propone una perspectiva muy diferente. ¿De dónde venimos? La Biblia nos dice que Cristo creó todo y es antes de todas las cosas. ¿Quiénes somos? Somos seres creados a imagen de Dios para conocerle y estar en relación con él (Génesis 1:27). ¿A dónde vamos? Vamos a Dios, incluso si pasamos por la muerte de nuestro cuerpo. Todos resucitaremos, como dijo Jesús. “Los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29). «Sólo hice el bien en mi vida», dirá alguien. Cada uno puede responder a su manera, pero la Biblia nos dice que todos somos pecadores ante Dios. Sin embargo Jesús abre un camino de salvación para escapar del juicio: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

jueves, 14 de agosto de 2014

JESUCRISTO HOY IRÁ A TU CASA

Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Lucas 19:5-6 (Lucas 19:1-10) Cuando Jesús pasaba por la ciudad de Jericó, Zaqueo, un rico recaudador de impuestos, trató de verle, pero como era muy pequeño de estatura, no lo consiguió. Entonces corrió y se subió a un árbol. Cuando Jesús llegó a ese lugar, levantó la vista y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (Lucas 19:5-6). Zaqueo era generoso y siempre estaba dispuesto a reparar sus errores respecto a los demás, pero nada de esto podía salvarlo. Como tenía necesidades espirituales, hizo todo lo posible para encontrar a Jesús, sin preocuparse por lo que la gente dijera de él. ¡Y oyó que Jesús lo llamaba por su nombre! Entonces bajó rápidamente del árbol y recibió con gozo al Señor Jesús en su casa. Hoy, quizá por medio de esta hoja, Jesús todavía esté pasando cerca de usted. No se deje detener por ninguna dificultad o por temor a lo que piensen los demás. Haga todo lo posible para acercarse a él. Jesús lo llama ahora mismo: “… hoy es necesario que pose yo” en tu corazón. ¿Lo dejará pasar de largo, sin abrirle la puerta? Zaqueo no imaginaba que Jesús lo conocía y discernía su deseo de verle. Quizás usted piense que nadie se da cuenta de su sed espiritual. Sin embargo, el Señor lo conoce por su nombre y comprende sus deseos más profundos. Él vino a este mundo para colmarlos, pero desea que usted le abra la puerta de su corazón para llenarlo de gozo. Apocalipsis 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.¡Permítale entrar!

miércoles, 13 de agosto de 2014

LA PACIENCIA ES AMARGA PERO SUS FRUTOS SON DULCES

La prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Santiago 1:3-4 La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. Romanos 5:3-4 Generalmente empleamos la palabra «pa*ciencia» para designar la capacidad de alguien para esperar, ya sea en una vía congestionada, en la fila del supermercado, a su cónyuge que siempre llega tarde… En los versículos del encabezamiento, la paciencia designa la capacidad espiritual que el creyente puede adquirir para atravesar con serenidad y sin desanimarse los momentos difíciles. Cuando la practicamos así, porque esto agrada al Señor, la paciencia pasa a ser una virtud que nada tiene que ver con el fatalismo o la resignación ante circunstancias que no podemos cambiar. El creyente sabe que la prueba no viene por casualidad, pues “el Señor prueba los corazones” (Proverbios 17:3). Dios la permite con un objetivo muy preciso: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11). Dios también mide la prueba, y no dejará que vaya más allá de lo que podemos soportar (1 Corintios 10:13). El creyente puede tener paciencia porque confía en Dios, ese Padre todopoderoso y totalmente sabio que lo ama. Por ello acepta sin quejarse las dificultades que se le presentan. Si las vive con el Señor, en sumisión y confianza, puede atravesarlas con serenidad. La prueba en las manos de Dios hará progresar a sus hijos en el conocimiento de lo que él es, es decir: amor, sabiduría, poder y fidelidad.

martes, 12 de agosto de 2014

PERO SI ESPERAMOS LO QUE NO VEMOS, CON PACIENCIA LO AGUARDAMOS...

La esperanza que os está guardada en los cielos. Colosenses 1:5 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera. Hebreos 11:1 Se cuenta que un general romano iba de la Galia a Italia con lo que quedaba de su ejército victorioso. Los soldados caminaban con mucha dificultad al atravesar los Alpes. Algunos incluso estaban dispuestos a renunciar a ascender por las rocosas cumbres. Mientras continuaban escalando pesadamente, la nieve los azotó y los más intrépidos se desanimaron. Entonces el victorioso general se subió a una roca y, señalando el límite de la cumbre, gritó: «¡Soldados! ¡Más allá de esta línea está Italia!». ¡Oh, Italia! ¡Campos fértiles, maravillosos huertos, ríos, el hogar… un padre, una madre, una esposa, hijos, una prometida! Entonces aquellos corazones desalentados cobraron ánimo y los músculos se fortalecieron. Así la legión atravesó el último obstáculo. Más allá de esta tierra, después de muchas pruebas, tenemos la segura esperanza de ir al cielo. ¿Qué significa el cielo para el creyente? Estar con Jesús para siempre en la perfecta felicidad. Lo que nos permite ir al cielo no es el hecho de haber atravesado las dificultades con valentía, sino el don gratuito de Aquel que dijo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros… para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3). Allá el Señor también dará las recompensas que prometió a los que, por pura gracia, le hayan servido fielmente. ¡Ánimo, amigo cristiano, algunos pasos más y estará en su casa, la casa del Padre junto a Jesús! “De esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:11).

lunes, 11 de agosto de 2014

EL EVANGELIO DE JESUCRISTO ES SENCILLO, AUNQUE LOS RELIGIOSOS DE TURNO COMO LOS DE ANTES LO COMPLICAN...

Marcos 12:28-34 Acercándose uno de los escribas, […] le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? —Marcos 12:28 Según la revista Forbes, especializada en temas económicos y financieros, en la mayoría de los países, las leyes y los códigos que rigen la actividad impositiva son prácticamente innumerables. Es más, estas leyes se han vuelto tan complejas que aun a los expertos les resulta complicado y pesado procesar todas las reglamentaciones. Los líderes religiosos de la antigua Israel hacían lo mismo en cuanto a su relación con Dios. Las leyes que tenían eran sumamente complicadas. El peso de las reglamentaciones religiosas había aumentado de tal manera que aun un experto en la ley de Moisés luchaba para entender su esencia. Cuando uno de esos líderes le preguntó a Jesús qué era lo más importante de los mandamientos, Él respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos» (Marcos 12:30-31). La ley de Moisés era pesada, pero la fe en Cristo es sencilla, y su «yugo es fácil» (Mateo 11:30). Es fácil porque Dios estuvo dispuesto a perdonarnos y amarnos. Y ahora, el Señor nos capacita para que lo amemos a Él y a nuestro prójimo. —El amor de Dios en nosotros abre nuestro corazón a Él y a los demás.

viernes, 8 de agosto de 2014

REVELACIONES A TRAVÉS DE UN HORMIGUERO

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:1, 14, 18 Un naturalista reconocía perfectamente la huella del Creador en todo lo que descubría a través de su microscopio, pero había algo que no se explicaba: ¿Cómo pudo Dios, el creador de todas las maravillas del universo, darse a conocer a la humanidad? Un día, cuando caminaba por el campo, se detuvo al pie de un hormiguero. Cada vez que su sombra cubría la multitud de hormigas, éstas se mostraban muy agitadas. «Si estas hormigas supiesen cuánto me intereso en ellas, pensó, dejarían de atormentarse debido a mi presencia». El naturalista, siguiendo con sus reflexiones, se preguntó si algún día el hombre podría comunicar con las hormigas. Y llegó a la conclusión de que no era posible, pues, para hacerlo, el hombre tendría que volverse una hormiga. De repente le surgió una idea: «Eso fue lo que sucedió con nosotros. ¡El Dios que creó este mundo debía hacerse hombre para que los hombres pudieran conocerlo y saber cuáles son sus sentimientos y pensamientos!». En efecto, Dios se hizo hombre. Jesucristo, el Hijo de Dios, tomó nuestra condición para traducir en nuestro lenguaje lo que de otra manera no se hubiese podido comunicar. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). “Ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27). Sus palabras y su conducta revelaron perfectamente a Dios a los hombres, para que lo conociesen a Él, el único verdadero Dios, y a Aquel a quien envió, Jesucristo (Juan 17:3).

jueves, 7 de agosto de 2014

SURFISTAS ESPIRITUALES

Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia. 2 Tesalonicenses 2:16 Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. 2 Corintios 4:17 Un hermoso día de verano, en la bahía de Biarritz (Francia), observamos fascinados la habilidad de los surfistas. De pie en su tabla de windsurf, mantenían el equilibrio sobre la cresta de una ola más alta que ellos y así eran llevados hasta que la ola se desvanecía en la orilla. ¡Qué diferencia entre el nadador que es llevado por esas fuertes olas y el surfista que navega sobre ellas! Esta es una ilustración de lo que debería ser un creyente. En vez de dejarnos engullir por las olas de las pruebas y las dificultades de la vida, fijemos nuestra mirada en nuestro Salvador; así podremos caminar con él sobre las olas. Esto fue lo que el apóstol Pablo recordó a los creyentes de Roma. Las pruebas podrían ser, incluso, un motivo de gozo para ellos, pues los llevaban a apreciar mucho más su esperanza y a confiar en el amor de Dios (Romanos 5:3-5). Hay situaciones en las que podemos experimentar que él es el “Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4). Pero sobre todo nos muestra la gloria y la bienaventurada esperanza que nos aguarda. Así nuestra mirada se fija, no en las cosas visibles que nos hacen sufrir, sino en el futuro celestial que nos está esperando, donde no “habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).

miércoles, 6 de agosto de 2014

NO IMPORTA EL ESTADO ES HERMOSO

Jeremías 18:1-6 Y la vasija […] se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. —Jeremías 18:4 Hace poco, mi hija me mostró su colección de vidrios de mar. Conocidos también como vidrios de playa, los diversos trozos de vidrios de colores son, a veces, pedazos de artesanías, pero, muy a menudo, son partes de botellas de vidrio rotas. En un principio, el vidrio tenía un propósito, pero luego fue desechado por casualidad y se rompió. Si el vidrio descartado termina en un océano, ese es solo el comienzo de su viaje. A medida que las corrientes y las mareas lo arrastran incansablemente, la arena y las olas pulen sus bordes agudos y, con el tiempo, se vuelve suave y redondeado. El resultado es una pieza hermosa. El vidrio de mar, parecido a una joya, ha hallado una vida nueva y es atesorado por coleccionistas y artistas. De manera similar, una vida rota puede renovarse con el toque del amor y la gracia de Dios. En el Antiguo Testamento, leemos que, cuando el profeta Jeremías observó la obra de un alfarero, notó que si un objeto se rompía, el artesano simplemente lo rehacía (Jeremías 18:1-6). Dios explicó que, en sus manos, el antiguo pueblo de Israel era como el barro, el cual Él podía moldear como lo considerara más apropiado. Nunca estamos tan rotos como para que Dios no pueda recomponernos. Él nos ama a pesar de nuestras imperfecciones y errores del pasado, y desea hacernos hermosos. —Cuando la prueba nos derrite, el Alfarero puede moldearnos por completo.

lunes, 4 de agosto de 2014

LO MARAVILLOSO DE LA UNIDAD EN CRISTO

Efesios 2:11-18 … todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. —Gálatas 3:28 Cuando necesité un cerrajero para poder entrar en mi automóvil, tuve una sorpresa agradable. Después que llegó y empezó a abrir la puerta de mi pequeño Ford, comenzamos a charlar, y reconocí su acento cálido y familiar. Resultó ser que mi rescatador era de Jamaica, un país que he visitado con frecuencia y aprendido a amar. Esto convirtió una situación negativa en algo positivo. En cierto modo, nos sentíamos como hermanos por el amor que compartíamos hacia esa hermosa nación insular. Esto me indujo a pensar en una camaradería aun mayor: el gozo de conocer a alguien y descubrir que también cree en Cristo. En algunos lugares, esto es común porque hay muchos creyentes en Cristo, pero, en esas tierras donde no hay tantos, el gozo de encontrarse con alguien que ama a Jesús es mayor. ¡Emociona compartir juntos la asombrosa realidad de la libertad del pecado que tenemos en Cristo! Para todos los que han aceptado a Jesús como Salvador, hay un vínculo compartido, una unidad en Él (Gálatas 3:28), una comunión gozosa que puede iluminar el día más oscuro. Alabemos a Dios por ese sentir que une a todos los que Él ha salvado. —Querido Señor, ¡qué milagroso es que puedas unir personas de toda tribu, lengua y nación para que tengan un mismo sentir en Cristo: compartir un vínculo de amor y afecto hacia Él! La comunión cristiana nos edifica y nos une.